domingo, 17 de noviembre de 2013

Ángeles y demonios

Ese día, Alice no podía ver más allá. La niebla le ocultaba la vista y eso le empezaba a incomodar. Nunca le había gustado ese lugar y hoy no era la excepción. Caminó entre las tejas rotas y los escombros aguzando el oído. Sentía una presencia que le atraía pero a la vez hacía que tuviese escalofríos.
-Hola, cuánto tiempo sin vernos Alice.
La chica se gira y se encuentra a un muchacho de pelo largo y ojos fríos como el hielo.
- La última vez que nos vimos no te di una buena impresión ¿cierto?
-Vete al infierno- Exclama y él ríe.
-Ojalá, pero he venido a llevarte conmigo.
Se quita la camiseta  enseña su piel llena de cicatrices producidas por cortes.
-No he tenido una vida feliz, pequeña.- De su espalda surgen unas alas puntiagudas y feroces que llenan toda la habitación.-Ven, hagamos esto por las buenas.
Alice saca un bastón de luz y lo coge amenazante con las dos manos, las cuales, tiemblan intensamente.
-¿Vas a luchar sin alas?
Con un alarido, ella se abalanza sobre él pero la esquiva con mucha facilidad y comienza a lanzar rayos de luz en vano.
-No vas a vencerme demonio. - Grita la chica con la siguiente arremetida.
-Tienes un bonito juguete.-Le arrebata el bastón y lo observa en sus manos. De repente, lo usa contra su dueña haciendo que caiga al suelo unos metros más allá.- Con esto yo también puedo transmitir luz... Tienes suerte de que la aborrezca.
Y lo rompe por la mitad ante los ojos desencajados de Alice.
-Maldito Karurosu... Me las pagarás, demonio.
-Jajajaja... Ahora enséñame tus alas, preciosa
Alice intenta huir pero las alas y el cuerpo del chico se lo impiden. Se quita la camiseta y la dobla sobre un montón de escombros. Sus alas blancas apenas tienen espacio en la habitación pero ella evita el contacto con el chico. Se gira y ve como la contempla desde su pelo rizado, el sujetador negro y los vaqueros ajustados hasta las botas militares.
-Eres adorable Alice... Esa vez no me quisiste enseñar las alas pero hoy te veo estupenda.
Da un paso y ella grita que no se le acerque. Sus alas tiemblan tanto como su cuerpo, pero no hace caso a sus plegarias y empieza a acercarse. Entonces, sale volando por la ventana presa del pánico aunque no llega muy lejos antes de que el chico la coja de la mano y la atraiga envolviéndola en un abrazo. Con la otra mano, coge su cabeza y hace que se besen.
Alice le da una patada en el pecho impulsándose lejos de él y tapándose la boca con las manos. Él no pierde tiempo y la vuelve a coger para besarla. Los sentimientos se entremezclan con la saliva y ella llora en sus brazos.
-Te deseo desde la primera vez que te vi, ángel divino de los cielos.
El chico sonríe pero se le hiela la sonrisa cuando oye la carcajada que suelta la chica.
Una gota le cae en la nariz y, momentos después, la lluvia los empieza a empapar. Alice se suelta y le mira sonriente mientras el agua roza sus alas y de sus plumas empieza a resbalar un líquido espeso y blanco.
-¿Pintura?- Dice Karurosu sosteniendo una pluma entre sus dedos que poco a poco se va volviendo negra.
-Siento si no te gusta mi verdadero aspecto pequeño Karu, de verdad que intenté ocultarlo lo mejor posible.
-Eres un demonio.
-¡Ju! Soy un ángel negro. Pequeños matices...
-¿Por qué?
-Tú... te enamoraste de una visión y no podía soportar que odiases lo que verdaderamente soy.
La atrae hacia su cuerpo y se envuelven en un abrazo.
-Eres perfecta pequeña Alice.
Y dos grandes alas diabólicas ocultaron su beso eterno de amor.

sábado, 2 de noviembre de 2013

El pueblo maldito

En un lugar muerto donde pocos se atreven a adentrarse, hay un pequeño pueblo con muy pocos habitantes. No se atreven a salir por miedo a ser asesinados por una banda que aterroriza al pueblo, Nadie sabe de donde ha salido ni se atreven a preguntar.
Los niños son raptados y violados, las muchachas mueren quemadas y deshonradas, a los chicos les despedazan los miembros, los ancianos son maltratados, los hombres mueren de hambre, los bebés lloran sangre porque las mujeres les dan leche amarga de tanta desesperación.
No hay ser humano que se libre de sus cuchillos y castigos, no hay sacrificio que aplaque su sed de venganza, no hay caballero más hábil ni héroe más fuerte que su odio.
Hoy es otro día cualquiera, un joven caballero llega para detener a la banda. Luce su larga malla y reluce su casco sobre el rostro. Una afilada espada empuña en su mano cuando ellos surgen de las tinieblas. La calle está vacía, los puestos abandonados; en un parpadeo, la cabeza de aquel hombre cae con los ojos en blanco. Su cuerpo es clavado con agujas de punto al caballo, el cual, corre espantado derramando sangre a su paso. Ríen los bandidos en la calle.
-Otro que cae- canturrea uno. -¿Quién será el siguiente?
Una niña aparece en la acera. En su boca, brilla el palito de un chupachups.
-Ven pequeña. ¿Quieres jugar?
Ella sonríe y extiende la mano. Unos muñecos de budú aparecen de tejados y se abalanzan a por los componentes de la banda. Ellos ríen destrozándolos y esparciendo el relleno por el suelo donde se mezcla con la sangre del paladín. La pequeña se sienta a observar acariciando la cabeza cortada del caballero. Unas agujas recomponen a los muñecos, los cuales, se lanzan de nuevo y anclan a los hombres al suelo con más agujas.
Gritan y se retuercen con cara de horror.
-Lalala... ¿por dónde debería comenzar? Asesinásteis a mi familia, yo estaba allí. No os lo perdonaré.
Levanta a uno de ellos y lo observa lentamente de arriba a abajo. Chasquea los dedos y en su mano aparece un látigo. Le rasga la camisa y los muñecos lo atan de espaldas. "Plas" suena el primer latigazo. El hombre grita y suplica perdón. La niña le cuenta mientras le azota por todo el cuerpo:
-Mi abuela era muy mayor cuando la pegaste. Tres golpes bastaron para que muriera, pero tu seguiste por pura diversión. Sin embargo, tu cuerpo es más fuerte y aguantará más ¿cierto? ¿No quieres morirte en este momento?
Gritos hay por respuesta. Cambia y le pega con un látigo con más cuerdas que produce heridas profundas y sangrantes en el cuerpo del hombre. La risa es lo último que oye antes de que un golpe en la cabeza lo mate.
Los otros, al ver el cuerpo de su amigo en el suelo lloran y temen ser los siguientes.
La niña extiende un dedo y señala a uno de ellos. Lo traen a rastras y le dice:
-¿Sabes? Estaba muy contenta de que mi hermanito naciera. Pero tú salpicaste su cara de sangre que se confundió con sus lágrimas. ¡Ahora tú también llorarás sangre!
Cogió un bisturí oculto en su zapato, agarró su cara y clavó unos hierros en sus párpados para que no pudiera cerrar los ojos. Entonces, se los sacó rajándolos y los puso en un frasco transparente.
-¡Piedad por Dios!
-¿Piedad? Um... que nadie diga que no soy bondadosa.-De su bolsillo saca una moneda- Si adivinas en qué mano está la moneda te dejaré vivir.
Se acerca a uno de los bandidos y pone en su mano la moneda mientras le fulmina con la mirada.
-¿Y bien? ¿Dónde está?
-... En tu mano derecha.
-¡Te equivocas! Jajajajaja...- Y atraviesa su estómago con una espada. La sangre corre por el hueco donde deberían estar sus ojos y por la boca salpicando el suelo.
Suspira y coge a uno de ellos. Le saca las agujas y le venda las heridas.
-Ven, siéntate. Te quiero contar algo.- Lo hace sin rechistar con los ojos llenos de miedo.
Sobre una manta hay varios pastelitos de chocolate, de nata, de fresa... la chica coge uno y empieza a comérselo. Le hace un gesto y el hombre al ver que ella comía la imita.
-Mi padre no era de comer mucho pero no se saltaba ninguna de las comidas para tener buena salud. Un día le encerraste en un cuarto oscuro y dejaste que muriera de hambre.
El hombre empieza a sudar y a toser. Ella bebe de un frasquito mientras ve como vomita sangre y muere asfixiado.
-Dicen que tú fuiste el que violó a mi hermana. Desnudarle.- Los muñecos quitan la ropa de otro de ellos y le quedan expuesto.
La chica se quita la ropa y se toca los pechos.
-No son tan grandes como los de mi hermana. Apenas he empezado a desarrollarme.
El hombre la mira embobado.
-¿Te excito? ¿Me harías lo que le hiciste a ella?
Le coge el miembro erecto y lo comienza a tocar. Gime y cierra los ojos... entonces se lo corta con una daga. Grita enloquecido y ella ríe histérica.
- Ahora ya no podrás sentir más placer. Jajajajaja.
Le ataron mientras volvía a ponerse la ropa y le rociaron con gasolina.
-¿Tienes miedo al fuego?
Enciende una cerilla y le prende fuego mientras grita y las llamas queman su cuerpo.
Solo cuando los gritos cesan se da la vuelta y bosteza.
-¿Qué harás con ellos?.- Susurra un muñeco.
-Dejadles ir.
-Pero...
-¡He dicho que les dejéis ir!
La miran asombrados pero hacen lo que les dice y los bandidos corren agradecidos. La chica coge un arco, apunta y atraviesa el corazón de uno. La siguiente flecha da a otro en la cabeza. Los demás no duran mucho más.
La gente sale a la calle y la rodea. Tienen miedo, la llaman demonio. Ella no titubea, coge una pistola; se la lleva a la boca apuntando al cielo y se vuela el cerebro.
Hay vítores ante la suerte y supervivencia del pueblo. A la distancia alguien observa todo.
-¿No crees que matar a la niña después de poseerla ha sido demasiado?- Dice su sombra.
-Esa chica estaba destinada a morir. Yo la salvé para su venganza, te aseguro que encontró la paz.- Empieza a desaparecer.- Además, a mi amiga Muerte no le habría gustado que la dejase vivir ya que ella estaba en su lista.
Y solo había viento, vítores, sangre y cuerpos en descomposición...

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cuentos absurdos I: Alicia en el país de los ricitos rojos de chocolate

Había una vez, una niña cuyos cabellos eran rizados y color oro y que siempre portaba una caperuza roja que le había regalado su madre en su cumpleaños. Por ésto, la empezaron a llamar Alicia. 
Y esa soy yo, ésta es mi historia.
Cierto día, vi un conejo blanco que vestía con un chaleco y tenía un reloj.
-¡llegaremos tarde!- Gritaba.
Y salió corriendo.
Tal era mi curiosidad, que seguí al conejo por un gran bosque hasta una casa. Me quedé anonadada frente a ese espectáculo. ¡La casa era de chocolate! Tenía ventabas de caramelo, el camino estaba lleno de piedras que al fijarse mejor eran caramelos, crecía hierba que era chicle... Cogí una piruleta del suelo y me la llevé a la boca para lamerla cuando oí un carraspeo. A su lado, una oruga azul fumaba.
Contemplé fascinada el humo púrpura que se desprendía de la pipa de la oruga y ésta volvió a carraspear. 
-¿Quién eres tú?
-Soy Alicia... o eso creo.
-¿Seguro que no eres caperucita roja?- Dijo señalando mi capa.- ¿O ricitos de oro?
Oculto mi pelo bajo la capa y me dispongo a irme cuando oigo:
-¡Espera!- La miro fijamente- Algo te hará crecer y otro empequeñecer.
Y desaparece. "Que rarito" Pienso lamiendo la piruleta. Siento un tirón y noto que empiezo a hacerme pequeña. Miro la casa que en ese tamaño me intimida y cojo un trocito de chocolate de una de sus paredes. "Espero que ésto no me haga aún más pequeña. ¡Podría desaparecer!" Y le doy un mordisco. Al momento, empiezo a crecer pero no llego a mi estatura aunque decido no comer más por miedo a crecer demasiado.
Decido entrar en la casa y me deslizo de puntillas hasta el salón. Estoy cansada de estar de pie y decido sentarme. Me siento en un sillón pero es muy grande y decido probar una silla que está al lado. Suspiro, que incomoda estoy. Me duele la espalda. Entonces, veo una sillita del tamaño que tengo ahora y me siento. ¡Es perfecta! Miro distraida un trocito de chocolate en mi mano y lo guardo en un bolsillo. Mi mano está manchada y no veo nada con lo que limpiarme, así que me lamo los dedos y noto que crezco y recupero mi tamaño normal.
-¡Eh tú!- Lo que parece una bruja, se me acerca y me quita la piruleta y el chocolate. Luego tira de mi capucha y deja mi cabello al descubierto.- Es de mala educación comer con algo en la cabeza.
Se va montada en su escoba y le saco la lengua enojada. "¿Será suya la casa?" Oigo un crujido y la silla se rompe ante mi cambio de peso. Me toco el trasero dolorido y decido ir a la cocina a por algo de comer.
Cuando estoy a punto de cruzar el umbral, una taza sale volando y se estrella al lado de mi cabeza. Chillo y oigo unas risas. Me enfurezco al pensar que se están riendo de mí y entro encontrándome con una escena muy peculiar.
Unos osos están alrededor de una mesa donde hay platos de sopa. Presidiéndola, hay un oso con sombrero; a su lado. un eso de ojos alocados me grita:
-¡Llegas tarde al té!- Y me tira un tenedor que cae a mis pies mientras ríe.
-Pero eso es sopa- Digo asustada pero con el estómago rugiéndome.
-Hola, ¿qué tal? ¿Quieres sentarte?- Me dicen a dúo un chico de aspecto descuidado y una chica con un gorro de orejas de conejo en la cabeza. Miro con desconfianza a los dos osos.- Éste es el sombrerero.
Me ofrece un poco de sopa y me quemo la lengua.
-¡Ay!- Grito soltando la cuchara. El sombrerero se encoje de hombros y vuelve a coger su plato.
Esta vez, cojo el del oso loco que se había quedado dormido. Doy un sorbo y escupo en una servilleta. ¡Qué fría!
-¡Dame mi sopa!- El oso despierta de repente dándome un buen susto y se lleva el plato salpicando su contenido por todas partes. 
-Puedes tomar la nuestra- Dicen amables los gemelos y se colocan uno a cada lado de mi cuerpo.
La sopa está en su punto y como con voracidad.
-Soy la liebre de marzo- me sonríe la chica mientras llevo la cuchara a mis labios.
-No le hagas caso. Soy Hansel y ella, mi hermana Gretel.- La chica hace un puchero y él le saca la lengua.
Los hermanos comienzan a discutir y los platos y cubiertos vuelan por toda la cocina. Salgo corriendo y cierro la puerta. A mi lado, un leñador me sonríe y me da una cesta.
-Llévala a la abuela. Está en su dormitorio.-Señala la escalera y se va antes de poder replicar.
-Panda de pirados...- susurro y comienzo a subir.
Me encuentro en un pasillo enorme con muchas puertas. "¿Y ahora qué?" Abro mucho los ojos al ver a un lindo gatito viniendo hacia mí.
Hola, ¿te has perdido?
-Eres tú la que anda perdida- Dice con una gran sonrisa de mil dientes.
Me enderezo sin sorprenderme de que pueda hablar. Todo en esa casa es de locos.
-Busco a la abuelita, me dijeron que estaba aquí.
-¿Seguro que no buscas la salida?
Miro en su dirección pero ha desaparecido. Al darme la vuelta le veo sonreír.
-¿Cómo...? Da igual. Necesito darle esto a la abuela...
El gato se ríe y señala la última puerta mientras desaparece poco a poco. Lo último que veo es su sonrisa.
Toco la puerta pero nadie contesta y decido entrar. Contemplo la habitación con mudo asombro. Es tan grande como el salón y como únicos muebles hay tres camas de diferentes tamaños. Las tres parecen estar ocupadas- Quito el edredón de la más grande poco a poco y río entre dientes al comprobar que no hay nadie dormido en ella sino que es una almohada- Me siento en el borde y bostezo. "Uff, que cama tan dura". Decido probar con la mediana y hecho hacia atrás las sábanas. Me encuentro con un montón de peluches, pero al apoyarme en ella se hundió mucho. "¡Qué blanda!".
Tengo mucho sueño y me dirijo a la cama más pequeñita. "Esos serán cojines" pienso. Y me quedo dormida.
Siento algo húmedo en mi mejilla y a la vez cálido. Abro los ojos poco a poco y contemplo la poca luz del atardecer que se cuela por la ventana. "Este no es mi cuarto". Pienso y noto como me dan lenguetazos en la mejilla. A mi lado, la llamada abuelita me observa.
-Qué lengua más grande tiene,-Digo soñolienta.
Me observa.
-Qué ojos más grandes tienes.
Salgo de la cama y le tiendo la cesta que me dio el leñador. Me la coge y me fijo en sus manos.
-Guau. Que manos tan grandes parecen garras.
Se empieza a reír y me mira con ojos desorbitados.
-Hola caperucita.
-¡Qué no soy caperucita!
-Ni yo la abuelita.
Entonces, se arranca de un zarpazo las mantas y la ropa. Debajo de la tapadera de abuela, estaba un lobo de boca babeante y dientes afilados. Grito y comienzo a correr por la habitación con él persiguiéndome.
-¡Ricitos rojos! ...Esto... ¡Caperucita de oro! ... No así no era... ¡Alicia! Eso es, Alicia.
Me giro y encuentro al gato en la ventana. Coge algo de ella y me lo tira. Lo cojo al vuelo y salta y abre mucho la boca para comerme. No sé que hacer y le tiro el caramelo a la boca, lo que hace que se lo trague de sopetón. Empieza a volverse pequeño y al final del salto es del tamaño de mi pie.
Oculto mi rostro con la capucha y salgo corriendo atravesando el bosque. Decido volver a casa pensando: "¿Habrá sido un sueño?"

viernes, 6 de septiembre de 2013

Ayan y Lara (colaboración con hueso62)

Nota: Esta historia está hecha por una colaboración entre hueso62 y yo misma. Consiste en unos fragmentos en los que nos vamos intercalando para ir haciendo la historia. Sus fragmentos estarán en rojo mientras los mios estarán en blanco. Perdonar por tantos puntos suspensivos en sus partes pero le dije que pondría literalmente lo que él pusiera corrigiendo solo faltas de ortografía y es muy dado a escribir con puntos suspensivos. Al final de la historia pondré el vídeo con el resultado y un enlace a su canal. Sin más os dejo con la historia.
"¿Cómo había llegado hasta ese punto?" Me preguntaba. La puntera de mis pies colgaban en vacío y cualquier movimiento en falso podía hacerla caer. Ahora que se fijaba, era una noche preciosa. Se veían las estrellas brillar al son de la luna llena.
Oyó un ruido a su izquierda que le heló la sangre. Era un gruñido en medio del silencio.
Comenzó a deslizarse por el pequeño espacio intentando no mirar hacia abajo. Seis pisos eran demasiado para su vértigo.
Mientras huía despavorida por ese gruñido espeluznante, de repente en seco paró,  algo me dejó anonadada... Algo me impedía seguir adelante pero ese gruñido cada vez era mas intenso y mas ruidoso que cuando decidió seguir fue demasiado tarde para volver atrás...
El camino cortaba de golpe. No podía seguir ni volver atrás.
Entonces, una figura apareció a su izquierda. Tenía mucho pelo y su boca parecía estar desencajada. Por sus labios chorreaba corrientes de saliva y sus afilados y numerosos dientes brillaban con la escasa luz nocturna. No podía pelear. No allí, donde el espacio era tan reducido. Tenía que encontrar una vía de escape y rápido.
Estaba nerviosa de no saber que poder hacer en esa situación, me veo obligada a saltar y a jugarme la vida por escapar de ese ser malévolo... pero sabia que mi muerte se aproximaba, así que lo agarré fuertemente con mucho miedo a el... y saltaron los dos al vacío esperando un poco de buena suerte...
La criatura se agarraba a mí clavándome las uñas. Sentía mi carne desgarrarse y de mis ojos surcaron unas lágrimas de desesperación. Pero no me iba a rendir tan fácilmente.
Saqué unos puñales escondidos en mis calcetines, cogí impulso contra su pecho y salí disparada a la pared. Clavé fuertemente los cuchillos aunque seguí cayendo hasta que por fin se hundieron en los ladrillos. Mis pies colgaban mientras contemplo como cae el monstruo con un grito de terror.
Rápidamente vi una ventana cerca de mi, por suerte o por desgracia un chico me estaba mirando con una mirada un poco inquietante, solo podía confiar en el.... Cuando le pedí ayuda él ni se inmutó, no hizo nada... segundos después miré al vacío...a volver a ver si el monstruo fue aplastado o no pero, al alzar la vista, ese chico ya no estaba, y la ventana estaba entornada, conseguí entrar...
Entré y me encaminé rauda a la puerta. Salí a un pasillo y corrí al ascensor que se estaba abriendo en ese instante. Alguien sale corriendo de el y choca conmigo. Suelto un grito y acabamos en el suelo. El chico se sujeta la nariz y enseguida lo reconozco.
-¡Ayan! ¿qué haces aquí?- le tiendo las gafas- enserio pásate a las lentillas.
Ríe y me acaricia la cabeza.
- Me alegra que estés bien, Lara.
Sorprendida, le cuento a Ayan todo lo que me sucedió... pero Ayan no se lo creía...
-¡Ayan! ¡Tienes que creerme! ¡Ese monstruo quiso matarme!... Ayan tuvo una cierta duda porque él confiaba en ella, y por unos momentos la creyó pero por seguridad quiso ponerla a salvo...
- No hay tiempo de ponernos a salvo hay que ir a certificar que está muerto.
Y sin esperar respuesta entró en el ascensor y le miró con una ceja elevada. Soltando un suspiro, me sigue.
- Sabes que podría hacerlo solo...- dice sacando su espada.
- Estamos juntos en esto, y guarda tu espada hasta que estemos en el callejón.
Raudos hasta la llegada al piso de abajo... cuando quisieron mirar si había algo destrozado y aplastado en el suelo... no había nada... se desvaneció por completo... Me asusté mucho creyendo que aun seguía suelto y vivo... Me giré y dije en un tono un poco elevado:
-Ayan, mira ésto...
Miré atrás... pero Ayan ya no estaba y no contestaba a nada.
Algo viscoso cae sobre mi nariz y miro hacia arriba. La criatura se había convertido en una especie de araña gigante y Ayan estaba atrapado en un capullo entre unas cajas. Apenas había espacio para respirar y ver algo. Sus ojos estaban muy abiertos y me miraban con alarma.
Pulso el anillo en mi dedo índice y en mi mano aparece un arco. Me pongo de perfil y hecho a un lado la capa que recubre mis hombros y rostro para descubrir un carcaj.
Estaba asustada... creía que Ayan iba a morir asfixiado en la tela de la araña... pero rápidamente intenté darle en uno de sus ojos para dejarla aturdida momentáneamente... De repente, una luz del capullo salió y rompió esa tela en unos cuantos pedazos, Ayan desprendía energía de su cuerpo, parecía tener aura, y descendió hacia el suelo lentamente... como si estuviera levitando...
-Podrías haberme ayudado cuando caí del tejado. ¿Dónde estabas?
Digo esquivando las telas de araña que lanza y tirando flechas a su boca
-Esto...¡Cuidado!- dice lanzándose contra mi y empujándome para que no me diera el veneno que acababa de lanzar.
-Oh dios... ¿quién nos manda a aceptar la misión? Me pongo en pie y vuelvo a invocar el arco.
Rápidamente, vi como Ayan le daba un puñetazo en la cara... la araña calló al instante, pero rápidamente se rajó por la mitad y empezaron a salir arañas pequeñas... No veía lugar para salir de allí, pero afortunadamente yo llevaba una cuerda en mi espalda, la até a una flecha y la lancé hasta una ventana no muy lejana del suelo, yo empecé a escalar rápidamente... él empezó a volar hacia la ventana donde dejé la flecha.
- Ya te vale no llevarme en brazos- digo riéndome.
Las arañas empiezan a escalar y hay que pensar rápido o infestarán todo el hotel.
Una araña de ojos rojos nos mira chillando desde la ventana pero no se atreve a venir por una pequeña lámpara en el centro de la habitación.
-Creo que tengo una idea- y miro a Ayan de una manera que le asusta.
Mientras estaba escalando, le dije a Ayan que trajese la lámpara... me la trajo enseguida... cuando la tenía la rompí en mitad de algunas arañas pequeñas... esas al romperse se quemaron... y se esparcieron por todas las arañas que había alrededor... pero no nos dio tiempo a escapar y el fuego nos arrasó y nos elevó al cielo, dejándonos inconscientes en la azotea... unos minutos después desperté, vi a Ayan quemado y tirado en el suelo de la azotea, parecía no tener vida... no desprendía aura...
Me agaché a su lado y le puse la mano en el pecho. Apenas conseguía sentir el latido de su corazón. Me arranqué la camiseta y miré a la luna. Unos colmillos aparecieron en mi boca y mis ojos se iluminaron.  Mi pelo cambió de castaño a blanco y una cola se extendió por debajo de mi falda.
En mi pecho brillaba una luz que pasaba por el brazo que le tocaba el pecho y se extendía por su cuerpo. Al poco, su piel quemada calló a tiras como cuando cambia de piel una serpiente y abrió los ojos. Su corazón latía con normalidad.
-Lara ¿has utilizado tu poder de gata?
Entonces, caigo en sus brazos inconsciente.
Ayan... pensó que la perdió... por haber utilizado ese poder oculto que ella llevaba en su interior, de repente delante de él apareció una especie de Espectro que le decía:
-Ayan... sé todo sobre ti... ¿crees que ella algún día te amará?
Ayan cada vez estaba mas furioso...
-No conseguirás nada, está muerta...
Ayan indignado nació un poder latente en su interior... dejándo despacio mi cuerpo... Empezó a llorar y empezó a brillarle el pelo, su pelo se volvió rubio y puntiagudo... Su mirada seria y fría no miraba nada más que al espectro que tenía delante... cuando iba a por él... Desperté y le cogí de la pierna...
Me pongo de pie y mis ojos negros observan al espectro.
-Solo eres un espejismo. ¿Quién te controla?
Empiezo a mirar a los lados. Sonrío de forma satánica y digo:
-No quieres que pierda la paciencia ¿verdad?
Me abalanzo hacia él y le corto a la mitad de un zarpazo. Se deshace como humo.
Después de ver como se desvaneció ese humo... me giré y le vi a él... sus lágrimas caían por su cara... mirándome fijamente... de repente, su pelo volvió a su forma normal, y no desprendía aura... vino hacia mi y me abrazó fuertemente cuando me susurró al oído...
-No quiero perderte...
-Tranquilo- sonrío- no me vas a perder somos amigos ¿recuerdas?
Se pone tenso un segundo y hace una sonrisa forzada.
-Claro...
Le cojo de la mano y con un maullido salimos a correr por el tejado en busca de nuestro objetivo. Noto a Ayan raro pero no digo nada para no importunarle y me concentro en la misión.
De repente... Saltando de piso en piso noté que algo cambió... había algo que no encajaba... cosas irreales... y cosas que se distorsionaban o movían solas... sospechaba de algo, pero no le di importancia, cuando de repente apareció algo que me dejó muy inquieta...
Sin poder frenar, entramos en una cúpula de energía. Sentía que me iba debilitando. Desde ahí no lograba estar en contacto con la luna y volví a mi aspecto original.
Tampoco Ayan lograba brillar o usar sus poderes. Una figura aparece al fondo.
-Ninguno de los tres podemos usar nuestros poderes aquí. No intentéis salir porque es en vano, sólo podrá salir una persona así si en el caso remoto de que ganéis no podréis salir juntos.
Ante su risa nos miramos con estupefacción.
Ayan se abalanzó a pelear contra él esa figura... mientras yo intentaba atacar también, finalmente luchamos durante mucho tiempo, pero al fin... conseguimos derrotarlo... el ser que estaba medio derrotado dijo:
-Solo habéis ganado esta vez y solo uno saldrá de aquí con vida
Un portal de la nada apareció, a través de él se podía observar que estaba la salida... y justo antes de salir dije:
-Me las apañaré aquí sola, ve tú.
Me acerqué hasta el portal y le abracé creyendo que ya no iba a verlo jamás... pero cuando Ayan iba a poner el pie en el otro mundo... se teletransportó, no supe donde estaba hasta que noté algo detrás mía que decía...
-Éste no será tu fin
Me empujó y salí disparada fuera de ese mundo... me giré y solo me dio tiempo a ver esa sonrisa que parecía estar feliz de yo poder seguir viva, sabía que él estaba contento, pero supe que lo perdía para siempre... no sabía que hacer.
Con lágrimas en los ojos escalé la cúpula. No sabía que estaba pasando dentro pero me arriesgué.
Empecé a golpear con el puño y más tarde a clavar mis puñales en la parte de arriba de la cúpula. Me volví a convertir en gata y cada golpe seguía los movimientos una estela blanca. Se rompieron las hojas y cojo mi arco y comienzo a golpear en vano. Llorando me elevo y suelto un maullido desesperado que hace aparecer a todos los gatos de la ciudad que comienzan a arañar la cúpula. Mis nudillos sangran y, de repente, veo que algo se quebra y comienzo a pegar aun mas fuerte.
De repente... Vi que se rompió la cúpula con un destello de luz... en el destello no apareció nada... la habitación estaba vacía... pero había una puerta, una puerta misteriosa en la que me acerqué a ella... De pronto, Ayan salió de ella... pero su aura no era la misma... era fría y oscura... sus ojos eran rojos y su alma no transmitía tranquilidad... él no era Ayan, lo supe sin dudarlo al verlo...
-¿Quién eres tú?
-Dije que solo podría vivir uno. He poseído el cuerpo de tu amigo... espero que no os moleste.
Se ríe. No puedo dañarle sin dañar a Ayan.
Entonces, una luz me golpea y me lanza hacia atrás.
-Bonita magia posee tu amigo.
Me he quedado sin respiración e intento levantarme.
Tuve que levantarme... Pero mis sentimientos sobre Ayan, todo lo que había pasado con el y todo lo que sentía, me impedían atacarle,él, sin pensarlo, me pegaba y no conseguía pararle los golpes... Creí que iba a ser mi fin, pero de repente algo cambió... él hizo una especie de conjuro, un conjuro en el que cambió el escenario donde peleábamos... todo era distinto... Nada cambió, todos los golpes fueron hacia mí hasta que de repente caída en el suelo, rendida, miré a la luna... no era normal, era una luna totalmente roja... algo por mi cuerpo quería salir dentro de mi... no podía retenerlo más.
Empecé a sentir mucho dolor. Gritaba presa de la fiebre y el anhelo a la luna. Mi frente se perla en sudor y no lograba respirar con normalidad. Jadeaba en busca de aliento y no tenía lágrimas en los ojos.
Entonces, dejé de sentir la presión de mis colmillos en mis labios. Se habían retirado y no volvían a salir. Mi cola calló y se esfumó como cenizas al viento. Mi pelo se volvió castaño, casi negro, y sin brillo. Mis ojos observaban como un pequeño cristal surgía de mi pecho y creaba una herida abierta y sangrante a su paso. El cristal era en forma de rombo, perfectamente pulido y blanco puro. Brillaba absolviendo mi energía.
Miro a Ayan y extiendo la mano. Por un momento, puedo ver su ser consciente, pero al instante después el ser malévolo extiende la mano y coge el cristal mientras me debilito y muero en el suelo.
Sonríe, pero en sus ojos brilla Ayan luchando por tener el control de su cuerpo.
Y es ese segundo que lo consigue el que hace que explote el cristal en mil pedacitos y que su energía mate su propio cuerpo y, con el, al malvado de su interior.
Grito su nombre ante aquel suicidio. Sonríe mientras el hombre grita ante su perdición.
Pero el alma de Ayan escapa. Escapa de su cuerpo atormentado y entra en mi anillo.
Sé que me estoy muriendo y mojo un dedo en la sangre de mi pecho. Es cribo en el suelo la última frase:
<<A quien encuentre mi cuerpo. Cuiden de mi anillo. Allí habita el alma de un buen compañero y amigo.>>
Me tumbo sonriente y llevo el anillo a mis labios.
-Hasta siempre- susurro.
Y caigo en el olvido.

martes, 13 de agosto de 2013

sueño vs esperanza

Había una vez, una princesa que maullaba todas las noches a la luna. Un día vino un joven príncipe muy apuesto e hizo que saltase por la ventana de su torreón. La chica saltó sin pensárselo y cayó a su lado. Pasó el tiempo y la joven quedó prendada de aquel sueño que nunca llegó a ser realidad.
Paseando al pie de la torre oyó en lo mas alto el maullido de un lacayo que la incitó a subir. Empezó a escalar la enredadera y cogió la mano del muchacho, pero el príncipe que la había descubierto la cogió del pie. Tal era el dolor que la chica comenzó a llorar desesperadamente. Lloró tanto que de sus ojos ya no brotaban lágrimas sino sangre.
Y su querido corazón... se secó.

jueves, 27 de junio de 2013

Como un gato

No importa cuánto golpees soy ágil y esquivo tus palabras, no importa si muero poco a poco mis siete vidas para ti sobran todas no me harán falta. No importa si me deslizo en las sombras, yo siempre caigo de pie; el agua (tu saliva) me da repelús no la puedo soportar, aleja tu cara de la mía o te voy a bufar.
Me cambian los ojos según la luz no se hacen de rogar, la luna me hace maullar, soy tu mejor amiga en la oscuridad.
Firmado: Lindo gatito que se hace de notar

miércoles, 19 de junio de 2013

Cuando disparo la flecha

Coloco un pie al lado del otro. Me pongo de perfil y alzo la mano ligera hasta tocar el extremo de una flecha. La saco deslizándola por el carcaj. Las demás flechas tintinean en su interior. Encajo la flecha perfectamente entre la cuerda y el palo del arco.
Mi respiración es pausada y profunda en comparación de la de mi enemigo.
Calculo la fuerza y la inclinación, guiño un ojo, intento juntar mis homoplatos, mis manos no tiemblan pero mi mente flaquea: "¿Y si...?" Me muerdo el labio y sujeto con más decisión la flecha. Mantengo el arco quieto y la suelto.
La flecha surca el cielo, el aire la roza intentando frenarla pero ella es fuerte y no se parará.
Oigo que la respiración del otro se agita en un desesperado intento de huir y yo contengo el aliento. Quiero cerrar los ojos pero necesito ver si he fallado el tiro. El pelo me revolotea por el rostro y la capucha me lo oculta. La flecha se suspende un momento en el aire, parece que el tiempo se ha parado ante su cara de horror aunque sé que no es cierto y al momento siguiente impacta en su pecho. Es impulsado hacia atrás y mi cara se mantiene fría como el granito mientras la suya se desencaja y una lágrima se desliza por su mejilla. Era mi enemigo, pero también un hombre con una vida y, lo más seguro, una familia a quien querer y alimentar. Su pecho se tiñe de rojo. No he fallado el tiro, ha sido directo al corazón, no he dejado que sufra. Una muerte rápida entre tanto carmín.
Me giro y mi capa ondea detrás de mí. No dejo que mis sentimientos salgan a la luz, ni siquiera recogo la flecha que se queda olvidada en el cuerpo inerte, sin vida. En ese momento, no me procupo de si me pueden reconocer por ella. Las nauseas sacuden mi cuerpo y la vilis sube por mi garganta. Solo quiero huir de esa escena que no se asemeja nada a la cacería de animales con la que practicaba antaño.
De repente, una gota cae sobre mi nariz y desencadena una llovizna que borra mis huellas. Voy donde está mi caballo, lo cojo de las riendas y caminamos el uno al lado del otro, empapándonos cada vez más. De vez en cuando sentía un ligero cabezazo de su parte en el hombro. Y es que él era el único que notaba que aquella agua en mis mejillas no era agua de lluvia...

martes, 18 de junio de 2013

Todos moriran

Os mataremos a todos
todos morirán
ni una puta alma
logrará escapar.
Los mataremos a todos
en esta noche oscura,
morirán los cuerpos
y las almas impuras.
Morid, morid no temáis
morid, morid no vale suplicar
morid, morid temer que seáis
el siguiente al que voy a matar.

jueves, 2 de mayo de 2013

Marginado...

Comienza la mañana con un "ring" del despertador. Me tapo el rostro con la almohada y maldigo al maldito cacharro que me despierta cada día para vivir un infierno. Pero hoy decido que sea diferente y me preparo con mis mejores propósitos. <<Este día cambiará mi vida>> me prometo. 
(...)  Pongo un pie en el instituto. No me puedo creer que ya me estén siguiendo. Camino lo más rápido posible con las manos en los bolsillos y me pego a cada profesor que pasa sonriendo de la manera más falsa. Miro de reojo y los veo allí, esperándome. Uno levanta una ceja sarcásticamente.
Me despido y corro raudo dentro del edificio intentando ocultarme. De repente, veo un hueco y me deslizo dentro.
-¡Ay! Fuera, ésto está ocupado- Una muchacha de ojos rojos e hinchados acurrucada al fondo me mira fastidiada.
-Por favor déjame quedarme.
Me mira a los ojos y me deja espacio para sentarme.
-Esto... ¿pasas mucho tiempo aquí?
-Bastante.
-¿De quién te escondes?
-De unas chicas de mi curso. Les gusta hacerme la vida imposible. ¿Y tú? Te he visto huir de unos chicos mayores.
-Digamos que no soportan mi forma de vestir- Digo señalando mi camiseta de AC/DC, mis vaqueros y mis zapatillas usadas- ¿A qué curso vas?
-Voy a tu clase- dice mirándome enfadada-me siento al final al lado de la ventana.
La miro sorprendida. ¿Cómo no había reparado en aquella chica antes?
-Tranquilo nunca nadie se da cuenta de que estoy ahí.
-A mí me pasa lo mismo. . .
Sonreímos y suena el timbre. Nos dirigimos a clase entre risas y me siento en su mesa.
-¿Con quién hablas pringado?
Los chicos vuelven a la carga.
-No les hagas caso- dice ella- Por cierto soy Ariasu pero me puedes llamar Ari.
-Yo soy Kirito, encantado.
Los muchachos me empujan.
-Hablas solo ¿o qué?
-Hablo con mi amiga Ari.
-Ahí no hay nadie- Ríen a carcajadas.
Me fijo que Ari está debajo de la mesa donde no se la ve cogiendo un lápiz.
-Está recogiendo el lápiz. . .
Los muchachos habían desaparecido. Ari se sienta en su silla y me sonríe. La cojo de la mano y salimos corriendo del aula.
MESES MÁS TARDE. . .
-¿Por qué hizo ésto?
-Ari le dijo que se tirase del puente que no pasaría nada- Lloriquea la hermana de Kirito- Yo le dije que no lo hiciera pero no me escuchó.
El psicólogo se prepara para darle la noticia a la muchacha que solloza en brazos de sus padres.
-Tengo que decirte algo... Es sobre Ari.
-Lo sé, es mala.
- No es eso. Puede que Kirito sufriera una enfermedad psicológica.
-¿A qué te refieres?- pregunta su madre.
- A que Ariasu en verdad solo estaba en su cabeza... Ariasu no existe.
"Algunos niños durante su infancia tienen amigos imaginarios para evadirse del mundo en el que viv
en"

domingo, 21 de abril de 2013

Violación


Hasta que muera

No importa como de grande es el peso sobre tus hombros, no importa si yo ya no puedo ni moverme por el peso de la carga sobre los míos. Siempre te ayudaré a seguir adelante, no dejaré que te hundas y ten claro que...


martes, 16 de abril de 2013

.

Si te dicen patito feo sonríe, todo patito lleva un cisne en su interior.

Solo importa ella

Todos nos quedamos en el sitio cuando entra. Es un hombre por la gravedad de su voz. Viste con un pasa montañas negro, un jersey, vaqueros y unas botas también negras. En su mano una pistola nos apunta.
-¡No os mováis o disparo!
Disimuladamente me desplazo y quedo por delante de la niña. La pobre no puede contener un sollozo. Me agacho con las manos en alto y empiezo a consolarla. Su pecho se agita mientras le susurro que todo está bien. El ladrón está ocupado observando meticulosamente la casa. Se respira un aire cargado de furia e impotencia. Mi mejor amigo aprieta los puños y mira al desconocido con una mueca. ¿¡Cómo se atreve a venir a su casa y apuntarles!?
- Quiero a la niña.
Esa petición nos queda a todos patidifusos. En la cara del hombre se muestra un deseo incontrolable al mirar a la pequeña. Me levanto de un salto y exclamo:
-¿En qué estás pensando animal? Apenas tiene 10 años.
No me deja seguir hablando. Se acerca y me golpea en la mejilla. Es tan fuerte el golpe que caigo al suelo, un moratón luce ya en mi cara.
La chiquitita se acerca a mí sin comprender nada y me abraza, es tan pequeña... En ese momento sé perfectamente que he de hacer.
Miro por encima del hombro de la niña a mi mejor amigo y le susurro algo. Espero un segundo, dos, tres. Al fin, el ladrón se gira un momento; es mi oportunidad. Mi amigo se ha dado cuenta de lo que voy a hacer y abre la boca pero yo no tengo tiempo. Parece que todo va a cámara lenta cuando abrazo con fuerza a la niña y al levantarme me la llevo pegada a mi cuerpo. Corro hacia la ventana. La madre de mi mejor amigo no entiende ese impulso, aunque su hermano sonríe y le pone una mano en el hombro del muchacho para que no ponga en peligro su vida. Un paso, otro, uno mas... Salto y en el último momento me giro y protejo a la niña con mis brazos. Choco contra el cristal y miles de pedacitos vuelan en todas direcciones. El ladrón al oír el estruendo se gira y solo le da tiempo de ver mi sonrisa antes de que desaparezca cayendo desde la ventana del segundo piso. Doy muchas vueltas antes de caer sobre mis pies de cuclillas. Los cristales se arremolinan a mi alrededor.
La niña me mira asustada mientras cojo impulso y salgo a correr en la oscuridad. El ladrón se asomó a la ventana y me apunta pero antes de que pueda disparar mi amigo le quita el arma y de un golpe lo queda inconsciente. Se queda observándome mientras corro con la niña en brazos sin saber que el peligro ya ha pasado. En su cabeza retumban mis últimas palabras: "Pase lo que pase, no dejaré que muera".

jueves, 3 de enero de 2013

Visiones

Hojas caídas de los árboles se desplazaban por la calle vacía. Un muchacho solitario tocaba la guitarra sentado en un banco. La melodía llenaba la acera transportada por el viento.
Parecía una escena normal la de aquel muchacho, que con ojos cerrados sentía la música en su corazón el cual solo sabía latir desbocado.
De repente, abrió los ojos y en ellos se reflejaban miles de colores mientras miraba al infinito. Como por arte de magia, de la nada aparecen elfos y ciervos, árboles y pájaros... todos bailando al son de la música que aquel muchacho tocaba.
Entonces, el cielo se nubló y empezó a llover. La canción cambió y empezó a sonar una triste y escalofriante melodía.
Los elfos intentaban calmar a las plantas y animales, pero elfos huían de sus brazos y las plantas ardían desafiando a la lluvia que rebotaba antes de tocar sus ramas.
Las manos de un elfo se tiñeron de sangre y miraron al chico con expresión inerte.
Al fondo, una voz gritaba. Era un grito desesperado y hueco en boca de alguien que no existía.
La naturaleza tan bella de antes se disolvió y en su lugar apareció un bosque debastado donde sus hojas calcinadas eran piel en descomposición, el cielo estaba formado por una niebla espesa de un inconfundible color rojo y la única vida, si se pudiera llamar así, era una figura con capa en el fondo.
El muchacho con los dedos sangrando miraba a ninguna parte y a todas a la vez con los ojos en blanco.
La figura se le fue acercando lentamente con sus mangas en gesto de invitación.
Una ráfaga de aire le quitó la capucha y debajo no había nada. Se acercó tanto la figura al muchacho que casi podía sentir el roce de su capa.
Y fue en ese mismo instante, cuando el chico paró de tocar y las visiones se disiparon. Soltó la guitarra que cayó al suelo con un golpe sordo. Se levantó, sus ojos marrones desprendían lágrimas que caían por sus mejillas. Sabía que no podía correr ni escapar de su destino.
Él se dio la vuelta y observó al desconocido. Él si tenía un rostro que contempló antes de que lo acuchillara en el pecho. Calló y en sus labios se creó una mueca burlona de desprecio.

Frío

Me arrodillo en la nieve. El frío penetra en mi organismo congelándome por dentro. Sin embargo, mi frente está ardiendo. Mi aliento deja un  rastro helado en el aire, no puedo más.
Mi abrigo está empapado y se me pega al cuerpo cada vez más helado.
Veo una sombra a lo lejos que va muy deprisa hacia mí, pero no puedo aguantar y me sumerjo en la oscuridad.