miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cuentos absurdos I: Alicia en el país de los ricitos rojos de chocolate

Había una vez, una niña cuyos cabellos eran rizados y color oro y que siempre portaba una caperuza roja que le había regalado su madre en su cumpleaños. Por ésto, la empezaron a llamar Alicia. 
Y esa soy yo, ésta es mi historia.
Cierto día, vi un conejo blanco que vestía con un chaleco y tenía un reloj.
-¡llegaremos tarde!- Gritaba.
Y salió corriendo.
Tal era mi curiosidad, que seguí al conejo por un gran bosque hasta una casa. Me quedé anonadada frente a ese espectáculo. ¡La casa era de chocolate! Tenía ventabas de caramelo, el camino estaba lleno de piedras que al fijarse mejor eran caramelos, crecía hierba que era chicle... Cogí una piruleta del suelo y me la llevé a la boca para lamerla cuando oí un carraspeo. A su lado, una oruga azul fumaba.
Contemplé fascinada el humo púrpura que se desprendía de la pipa de la oruga y ésta volvió a carraspear. 
-¿Quién eres tú?
-Soy Alicia... o eso creo.
-¿Seguro que no eres caperucita roja?- Dijo señalando mi capa.- ¿O ricitos de oro?
Oculto mi pelo bajo la capa y me dispongo a irme cuando oigo:
-¡Espera!- La miro fijamente- Algo te hará crecer y otro empequeñecer.
Y desaparece. "Que rarito" Pienso lamiendo la piruleta. Siento un tirón y noto que empiezo a hacerme pequeña. Miro la casa que en ese tamaño me intimida y cojo un trocito de chocolate de una de sus paredes. "Espero que ésto no me haga aún más pequeña. ¡Podría desaparecer!" Y le doy un mordisco. Al momento, empiezo a crecer pero no llego a mi estatura aunque decido no comer más por miedo a crecer demasiado.
Decido entrar en la casa y me deslizo de puntillas hasta el salón. Estoy cansada de estar de pie y decido sentarme. Me siento en un sillón pero es muy grande y decido probar una silla que está al lado. Suspiro, que incomoda estoy. Me duele la espalda. Entonces, veo una sillita del tamaño que tengo ahora y me siento. ¡Es perfecta! Miro distraida un trocito de chocolate en mi mano y lo guardo en un bolsillo. Mi mano está manchada y no veo nada con lo que limpiarme, así que me lamo los dedos y noto que crezco y recupero mi tamaño normal.
-¡Eh tú!- Lo que parece una bruja, se me acerca y me quita la piruleta y el chocolate. Luego tira de mi capucha y deja mi cabello al descubierto.- Es de mala educación comer con algo en la cabeza.
Se va montada en su escoba y le saco la lengua enojada. "¿Será suya la casa?" Oigo un crujido y la silla se rompe ante mi cambio de peso. Me toco el trasero dolorido y decido ir a la cocina a por algo de comer.
Cuando estoy a punto de cruzar el umbral, una taza sale volando y se estrella al lado de mi cabeza. Chillo y oigo unas risas. Me enfurezco al pensar que se están riendo de mí y entro encontrándome con una escena muy peculiar.
Unos osos están alrededor de una mesa donde hay platos de sopa. Presidiéndola, hay un oso con sombrero; a su lado. un eso de ojos alocados me grita:
-¡Llegas tarde al té!- Y me tira un tenedor que cae a mis pies mientras ríe.
-Pero eso es sopa- Digo asustada pero con el estómago rugiéndome.
-Hola, ¿qué tal? ¿Quieres sentarte?- Me dicen a dúo un chico de aspecto descuidado y una chica con un gorro de orejas de conejo en la cabeza. Miro con desconfianza a los dos osos.- Éste es el sombrerero.
Me ofrece un poco de sopa y me quemo la lengua.
-¡Ay!- Grito soltando la cuchara. El sombrerero se encoje de hombros y vuelve a coger su plato.
Esta vez, cojo el del oso loco que se había quedado dormido. Doy un sorbo y escupo en una servilleta. ¡Qué fría!
-¡Dame mi sopa!- El oso despierta de repente dándome un buen susto y se lleva el plato salpicando su contenido por todas partes. 
-Puedes tomar la nuestra- Dicen amables los gemelos y se colocan uno a cada lado de mi cuerpo.
La sopa está en su punto y como con voracidad.
-Soy la liebre de marzo- me sonríe la chica mientras llevo la cuchara a mis labios.
-No le hagas caso. Soy Hansel y ella, mi hermana Gretel.- La chica hace un puchero y él le saca la lengua.
Los hermanos comienzan a discutir y los platos y cubiertos vuelan por toda la cocina. Salgo corriendo y cierro la puerta. A mi lado, un leñador me sonríe y me da una cesta.
-Llévala a la abuela. Está en su dormitorio.-Señala la escalera y se va antes de poder replicar.
-Panda de pirados...- susurro y comienzo a subir.
Me encuentro en un pasillo enorme con muchas puertas. "¿Y ahora qué?" Abro mucho los ojos al ver a un lindo gatito viniendo hacia mí.
Hola, ¿te has perdido?
-Eres tú la que anda perdida- Dice con una gran sonrisa de mil dientes.
Me enderezo sin sorprenderme de que pueda hablar. Todo en esa casa es de locos.
-Busco a la abuelita, me dijeron que estaba aquí.
-¿Seguro que no buscas la salida?
Miro en su dirección pero ha desaparecido. Al darme la vuelta le veo sonreír.
-¿Cómo...? Da igual. Necesito darle esto a la abuela...
El gato se ríe y señala la última puerta mientras desaparece poco a poco. Lo último que veo es su sonrisa.
Toco la puerta pero nadie contesta y decido entrar. Contemplo la habitación con mudo asombro. Es tan grande como el salón y como únicos muebles hay tres camas de diferentes tamaños. Las tres parecen estar ocupadas- Quito el edredón de la más grande poco a poco y río entre dientes al comprobar que no hay nadie dormido en ella sino que es una almohada- Me siento en el borde y bostezo. "Uff, que cama tan dura". Decido probar con la mediana y hecho hacia atrás las sábanas. Me encuentro con un montón de peluches, pero al apoyarme en ella se hundió mucho. "¡Qué blanda!".
Tengo mucho sueño y me dirijo a la cama más pequeñita. "Esos serán cojines" pienso. Y me quedo dormida.
Siento algo húmedo en mi mejilla y a la vez cálido. Abro los ojos poco a poco y contemplo la poca luz del atardecer que se cuela por la ventana. "Este no es mi cuarto". Pienso y noto como me dan lenguetazos en la mejilla. A mi lado, la llamada abuelita me observa.
-Qué lengua más grande tiene,-Digo soñolienta.
Me observa.
-Qué ojos más grandes tienes.
Salgo de la cama y le tiendo la cesta que me dio el leñador. Me la coge y me fijo en sus manos.
-Guau. Que manos tan grandes parecen garras.
Se empieza a reír y me mira con ojos desorbitados.
-Hola caperucita.
-¡Qué no soy caperucita!
-Ni yo la abuelita.
Entonces, se arranca de un zarpazo las mantas y la ropa. Debajo de la tapadera de abuela, estaba un lobo de boca babeante y dientes afilados. Grito y comienzo a correr por la habitación con él persiguiéndome.
-¡Ricitos rojos! ...Esto... ¡Caperucita de oro! ... No así no era... ¡Alicia! Eso es, Alicia.
Me giro y encuentro al gato en la ventana. Coge algo de ella y me lo tira. Lo cojo al vuelo y salta y abre mucho la boca para comerme. No sé que hacer y le tiro el caramelo a la boca, lo que hace que se lo trague de sopetón. Empieza a volverse pequeño y al final del salto es del tamaño de mi pie.
Oculto mi rostro con la capucha y salgo corriendo atravesando el bosque. Decido volver a casa pensando: "¿Habrá sido un sueño?"

viernes, 6 de septiembre de 2013

Ayan y Lara (colaboración con hueso62)

Nota: Esta historia está hecha por una colaboración entre hueso62 y yo misma. Consiste en unos fragmentos en los que nos vamos intercalando para ir haciendo la historia. Sus fragmentos estarán en rojo mientras los mios estarán en blanco. Perdonar por tantos puntos suspensivos en sus partes pero le dije que pondría literalmente lo que él pusiera corrigiendo solo faltas de ortografía y es muy dado a escribir con puntos suspensivos. Al final de la historia pondré el vídeo con el resultado y un enlace a su canal. Sin más os dejo con la historia.
"¿Cómo había llegado hasta ese punto?" Me preguntaba. La puntera de mis pies colgaban en vacío y cualquier movimiento en falso podía hacerla caer. Ahora que se fijaba, era una noche preciosa. Se veían las estrellas brillar al son de la luna llena.
Oyó un ruido a su izquierda que le heló la sangre. Era un gruñido en medio del silencio.
Comenzó a deslizarse por el pequeño espacio intentando no mirar hacia abajo. Seis pisos eran demasiado para su vértigo.
Mientras huía despavorida por ese gruñido espeluznante, de repente en seco paró,  algo me dejó anonadada... Algo me impedía seguir adelante pero ese gruñido cada vez era mas intenso y mas ruidoso que cuando decidió seguir fue demasiado tarde para volver atrás...
El camino cortaba de golpe. No podía seguir ni volver atrás.
Entonces, una figura apareció a su izquierda. Tenía mucho pelo y su boca parecía estar desencajada. Por sus labios chorreaba corrientes de saliva y sus afilados y numerosos dientes brillaban con la escasa luz nocturna. No podía pelear. No allí, donde el espacio era tan reducido. Tenía que encontrar una vía de escape y rápido.
Estaba nerviosa de no saber que poder hacer en esa situación, me veo obligada a saltar y a jugarme la vida por escapar de ese ser malévolo... pero sabia que mi muerte se aproximaba, así que lo agarré fuertemente con mucho miedo a el... y saltaron los dos al vacío esperando un poco de buena suerte...
La criatura se agarraba a mí clavándome las uñas. Sentía mi carne desgarrarse y de mis ojos surcaron unas lágrimas de desesperación. Pero no me iba a rendir tan fácilmente.
Saqué unos puñales escondidos en mis calcetines, cogí impulso contra su pecho y salí disparada a la pared. Clavé fuertemente los cuchillos aunque seguí cayendo hasta que por fin se hundieron en los ladrillos. Mis pies colgaban mientras contemplo como cae el monstruo con un grito de terror.
Rápidamente vi una ventana cerca de mi, por suerte o por desgracia un chico me estaba mirando con una mirada un poco inquietante, solo podía confiar en el.... Cuando le pedí ayuda él ni se inmutó, no hizo nada... segundos después miré al vacío...a volver a ver si el monstruo fue aplastado o no pero, al alzar la vista, ese chico ya no estaba, y la ventana estaba entornada, conseguí entrar...
Entré y me encaminé rauda a la puerta. Salí a un pasillo y corrí al ascensor que se estaba abriendo en ese instante. Alguien sale corriendo de el y choca conmigo. Suelto un grito y acabamos en el suelo. El chico se sujeta la nariz y enseguida lo reconozco.
-¡Ayan! ¿qué haces aquí?- le tiendo las gafas- enserio pásate a las lentillas.
Ríe y me acaricia la cabeza.
- Me alegra que estés bien, Lara.
Sorprendida, le cuento a Ayan todo lo que me sucedió... pero Ayan no se lo creía...
-¡Ayan! ¡Tienes que creerme! ¡Ese monstruo quiso matarme!... Ayan tuvo una cierta duda porque él confiaba en ella, y por unos momentos la creyó pero por seguridad quiso ponerla a salvo...
- No hay tiempo de ponernos a salvo hay que ir a certificar que está muerto.
Y sin esperar respuesta entró en el ascensor y le miró con una ceja elevada. Soltando un suspiro, me sigue.
- Sabes que podría hacerlo solo...- dice sacando su espada.
- Estamos juntos en esto, y guarda tu espada hasta que estemos en el callejón.
Raudos hasta la llegada al piso de abajo... cuando quisieron mirar si había algo destrozado y aplastado en el suelo... no había nada... se desvaneció por completo... Me asusté mucho creyendo que aun seguía suelto y vivo... Me giré y dije en un tono un poco elevado:
-Ayan, mira ésto...
Miré atrás... pero Ayan ya no estaba y no contestaba a nada.
Algo viscoso cae sobre mi nariz y miro hacia arriba. La criatura se había convertido en una especie de araña gigante y Ayan estaba atrapado en un capullo entre unas cajas. Apenas había espacio para respirar y ver algo. Sus ojos estaban muy abiertos y me miraban con alarma.
Pulso el anillo en mi dedo índice y en mi mano aparece un arco. Me pongo de perfil y hecho a un lado la capa que recubre mis hombros y rostro para descubrir un carcaj.
Estaba asustada... creía que Ayan iba a morir asfixiado en la tela de la araña... pero rápidamente intenté darle en uno de sus ojos para dejarla aturdida momentáneamente... De repente, una luz del capullo salió y rompió esa tela en unos cuantos pedazos, Ayan desprendía energía de su cuerpo, parecía tener aura, y descendió hacia el suelo lentamente... como si estuviera levitando...
-Podrías haberme ayudado cuando caí del tejado. ¿Dónde estabas?
Digo esquivando las telas de araña que lanza y tirando flechas a su boca
-Esto...¡Cuidado!- dice lanzándose contra mi y empujándome para que no me diera el veneno que acababa de lanzar.
-Oh dios... ¿quién nos manda a aceptar la misión? Me pongo en pie y vuelvo a invocar el arco.
Rápidamente, vi como Ayan le daba un puñetazo en la cara... la araña calló al instante, pero rápidamente se rajó por la mitad y empezaron a salir arañas pequeñas... No veía lugar para salir de allí, pero afortunadamente yo llevaba una cuerda en mi espalda, la até a una flecha y la lancé hasta una ventana no muy lejana del suelo, yo empecé a escalar rápidamente... él empezó a volar hacia la ventana donde dejé la flecha.
- Ya te vale no llevarme en brazos- digo riéndome.
Las arañas empiezan a escalar y hay que pensar rápido o infestarán todo el hotel.
Una araña de ojos rojos nos mira chillando desde la ventana pero no se atreve a venir por una pequeña lámpara en el centro de la habitación.
-Creo que tengo una idea- y miro a Ayan de una manera que le asusta.
Mientras estaba escalando, le dije a Ayan que trajese la lámpara... me la trajo enseguida... cuando la tenía la rompí en mitad de algunas arañas pequeñas... esas al romperse se quemaron... y se esparcieron por todas las arañas que había alrededor... pero no nos dio tiempo a escapar y el fuego nos arrasó y nos elevó al cielo, dejándonos inconscientes en la azotea... unos minutos después desperté, vi a Ayan quemado y tirado en el suelo de la azotea, parecía no tener vida... no desprendía aura...
Me agaché a su lado y le puse la mano en el pecho. Apenas conseguía sentir el latido de su corazón. Me arranqué la camiseta y miré a la luna. Unos colmillos aparecieron en mi boca y mis ojos se iluminaron.  Mi pelo cambió de castaño a blanco y una cola se extendió por debajo de mi falda.
En mi pecho brillaba una luz que pasaba por el brazo que le tocaba el pecho y se extendía por su cuerpo. Al poco, su piel quemada calló a tiras como cuando cambia de piel una serpiente y abrió los ojos. Su corazón latía con normalidad.
-Lara ¿has utilizado tu poder de gata?
Entonces, caigo en sus brazos inconsciente.
Ayan... pensó que la perdió... por haber utilizado ese poder oculto que ella llevaba en su interior, de repente delante de él apareció una especie de Espectro que le decía:
-Ayan... sé todo sobre ti... ¿crees que ella algún día te amará?
Ayan cada vez estaba mas furioso...
-No conseguirás nada, está muerta...
Ayan indignado nació un poder latente en su interior... dejándo despacio mi cuerpo... Empezó a llorar y empezó a brillarle el pelo, su pelo se volvió rubio y puntiagudo... Su mirada seria y fría no miraba nada más que al espectro que tenía delante... cuando iba a por él... Desperté y le cogí de la pierna...
Me pongo de pie y mis ojos negros observan al espectro.
-Solo eres un espejismo. ¿Quién te controla?
Empiezo a mirar a los lados. Sonrío de forma satánica y digo:
-No quieres que pierda la paciencia ¿verdad?
Me abalanzo hacia él y le corto a la mitad de un zarpazo. Se deshace como humo.
Después de ver como se desvaneció ese humo... me giré y le vi a él... sus lágrimas caían por su cara... mirándome fijamente... de repente, su pelo volvió a su forma normal, y no desprendía aura... vino hacia mi y me abrazó fuertemente cuando me susurró al oído...
-No quiero perderte...
-Tranquilo- sonrío- no me vas a perder somos amigos ¿recuerdas?
Se pone tenso un segundo y hace una sonrisa forzada.
-Claro...
Le cojo de la mano y con un maullido salimos a correr por el tejado en busca de nuestro objetivo. Noto a Ayan raro pero no digo nada para no importunarle y me concentro en la misión.
De repente... Saltando de piso en piso noté que algo cambió... había algo que no encajaba... cosas irreales... y cosas que se distorsionaban o movían solas... sospechaba de algo, pero no le di importancia, cuando de repente apareció algo que me dejó muy inquieta...
Sin poder frenar, entramos en una cúpula de energía. Sentía que me iba debilitando. Desde ahí no lograba estar en contacto con la luna y volví a mi aspecto original.
Tampoco Ayan lograba brillar o usar sus poderes. Una figura aparece al fondo.
-Ninguno de los tres podemos usar nuestros poderes aquí. No intentéis salir porque es en vano, sólo podrá salir una persona así si en el caso remoto de que ganéis no podréis salir juntos.
Ante su risa nos miramos con estupefacción.
Ayan se abalanzó a pelear contra él esa figura... mientras yo intentaba atacar también, finalmente luchamos durante mucho tiempo, pero al fin... conseguimos derrotarlo... el ser que estaba medio derrotado dijo:
-Solo habéis ganado esta vez y solo uno saldrá de aquí con vida
Un portal de la nada apareció, a través de él se podía observar que estaba la salida... y justo antes de salir dije:
-Me las apañaré aquí sola, ve tú.
Me acerqué hasta el portal y le abracé creyendo que ya no iba a verlo jamás... pero cuando Ayan iba a poner el pie en el otro mundo... se teletransportó, no supe donde estaba hasta que noté algo detrás mía que decía...
-Éste no será tu fin
Me empujó y salí disparada fuera de ese mundo... me giré y solo me dio tiempo a ver esa sonrisa que parecía estar feliz de yo poder seguir viva, sabía que él estaba contento, pero supe que lo perdía para siempre... no sabía que hacer.
Con lágrimas en los ojos escalé la cúpula. No sabía que estaba pasando dentro pero me arriesgué.
Empecé a golpear con el puño y más tarde a clavar mis puñales en la parte de arriba de la cúpula. Me volví a convertir en gata y cada golpe seguía los movimientos una estela blanca. Se rompieron las hojas y cojo mi arco y comienzo a golpear en vano. Llorando me elevo y suelto un maullido desesperado que hace aparecer a todos los gatos de la ciudad que comienzan a arañar la cúpula. Mis nudillos sangran y, de repente, veo que algo se quebra y comienzo a pegar aun mas fuerte.
De repente... Vi que se rompió la cúpula con un destello de luz... en el destello no apareció nada... la habitación estaba vacía... pero había una puerta, una puerta misteriosa en la que me acerqué a ella... De pronto, Ayan salió de ella... pero su aura no era la misma... era fría y oscura... sus ojos eran rojos y su alma no transmitía tranquilidad... él no era Ayan, lo supe sin dudarlo al verlo...
-¿Quién eres tú?
-Dije que solo podría vivir uno. He poseído el cuerpo de tu amigo... espero que no os moleste.
Se ríe. No puedo dañarle sin dañar a Ayan.
Entonces, una luz me golpea y me lanza hacia atrás.
-Bonita magia posee tu amigo.
Me he quedado sin respiración e intento levantarme.
Tuve que levantarme... Pero mis sentimientos sobre Ayan, todo lo que había pasado con el y todo lo que sentía, me impedían atacarle,él, sin pensarlo, me pegaba y no conseguía pararle los golpes... Creí que iba a ser mi fin, pero de repente algo cambió... él hizo una especie de conjuro, un conjuro en el que cambió el escenario donde peleábamos... todo era distinto... Nada cambió, todos los golpes fueron hacia mí hasta que de repente caída en el suelo, rendida, miré a la luna... no era normal, era una luna totalmente roja... algo por mi cuerpo quería salir dentro de mi... no podía retenerlo más.
Empecé a sentir mucho dolor. Gritaba presa de la fiebre y el anhelo a la luna. Mi frente se perla en sudor y no lograba respirar con normalidad. Jadeaba en busca de aliento y no tenía lágrimas en los ojos.
Entonces, dejé de sentir la presión de mis colmillos en mis labios. Se habían retirado y no volvían a salir. Mi cola calló y se esfumó como cenizas al viento. Mi pelo se volvió castaño, casi negro, y sin brillo. Mis ojos observaban como un pequeño cristal surgía de mi pecho y creaba una herida abierta y sangrante a su paso. El cristal era en forma de rombo, perfectamente pulido y blanco puro. Brillaba absolviendo mi energía.
Miro a Ayan y extiendo la mano. Por un momento, puedo ver su ser consciente, pero al instante después el ser malévolo extiende la mano y coge el cristal mientras me debilito y muero en el suelo.
Sonríe, pero en sus ojos brilla Ayan luchando por tener el control de su cuerpo.
Y es ese segundo que lo consigue el que hace que explote el cristal en mil pedacitos y que su energía mate su propio cuerpo y, con el, al malvado de su interior.
Grito su nombre ante aquel suicidio. Sonríe mientras el hombre grita ante su perdición.
Pero el alma de Ayan escapa. Escapa de su cuerpo atormentado y entra en mi anillo.
Sé que me estoy muriendo y mojo un dedo en la sangre de mi pecho. Es cribo en el suelo la última frase:
<<A quien encuentre mi cuerpo. Cuiden de mi anillo. Allí habita el alma de un buen compañero y amigo.>>
Me tumbo sonriente y llevo el anillo a mis labios.
-Hasta siempre- susurro.
Y caigo en el olvido.