Y esa soy yo, ésta es mi historia.
Cierto día, vi un conejo blanco que vestía con un chaleco y tenía un reloj.
-¡llegaremos tarde!- Gritaba.
Y salió corriendo.
Tal era mi curiosidad, que seguí al conejo por un gran bosque hasta una casa. Me quedé anonadada frente a ese espectáculo. ¡La casa era de chocolate! Tenía ventabas de caramelo, el camino estaba lleno de piedras que al fijarse mejor eran caramelos, crecía hierba que era chicle... Cogí una piruleta del suelo y me la llevé a la boca para lamerla cuando oí un carraspeo. A su lado, una oruga azul fumaba.
Contemplé fascinada el humo púrpura que se desprendía de la pipa de la oruga y ésta volvió a carraspear.
-¿Quién eres tú?
-Soy Alicia... o eso creo.
-¿Seguro que no eres caperucita roja?- Dijo señalando mi capa.- ¿O ricitos de oro?
Oculto mi pelo bajo la capa y me dispongo a irme cuando oigo:
-¡Espera!- La miro fijamente- Algo te hará crecer y otro empequeñecer.
Y desaparece. "Que rarito" Pienso lamiendo la piruleta. Siento un tirón y noto que empiezo a hacerme pequeña. Miro la casa que en ese tamaño me intimida y cojo un trocito de chocolate de una de sus paredes. "Espero que ésto no me haga aún más pequeña. ¡Podría desaparecer!" Y le doy un mordisco. Al momento, empiezo a crecer pero no llego a mi estatura aunque decido no comer más por miedo a crecer demasiado.
Decido entrar en la casa y me deslizo de puntillas hasta el salón. Estoy cansada de estar de pie y decido sentarme. Me siento en un sillón pero es muy grande y decido probar una silla que está al lado. Suspiro, que incomoda estoy. Me duele la espalda. Entonces, veo una sillita del tamaño que tengo ahora y me siento. ¡Es perfecta! Miro distraida un trocito de chocolate en mi mano y lo guardo en un bolsillo. Mi mano está manchada y no veo nada con lo que limpiarme, así que me lamo los dedos y noto que crezco y recupero mi tamaño normal.
-¡Eh tú!- Lo que parece una bruja, se me acerca y me quita la piruleta y el chocolate. Luego tira de mi capucha y deja mi cabello al descubierto.- Es de mala educación comer con algo en la cabeza.
Se va montada en su escoba y le saco la lengua enojada. "¿Será suya la casa?" Oigo un crujido y la silla se rompe ante mi cambio de peso. Me toco el trasero dolorido y decido ir a la cocina a por algo de comer.
Cuando estoy a punto de cruzar el umbral, una taza sale volando y se estrella al lado de mi cabeza. Chillo y oigo unas risas. Me enfurezco al pensar que se están riendo de mí y entro encontrándome con una escena muy peculiar.
Unos osos están alrededor de una mesa donde hay platos de sopa. Presidiéndola, hay un oso con sombrero; a su lado. un eso de ojos alocados me grita:
-¡Llegas tarde al té!- Y me tira un tenedor que cae a mis pies mientras ríe.
-Pero eso es sopa- Digo asustada pero con el estómago rugiéndome.
-Hola, ¿qué tal? ¿Quieres sentarte?- Me dicen a dúo un chico de aspecto descuidado y una chica con un gorro de orejas de conejo en la cabeza. Miro con desconfianza a los dos osos.- Éste es el sombrerero.
-¡Eh tú!- Lo que parece una bruja, se me acerca y me quita la piruleta y el chocolate. Luego tira de mi capucha y deja mi cabello al descubierto.- Es de mala educación comer con algo en la cabeza.
Se va montada en su escoba y le saco la lengua enojada. "¿Será suya la casa?" Oigo un crujido y la silla se rompe ante mi cambio de peso. Me toco el trasero dolorido y decido ir a la cocina a por algo de comer.
Cuando estoy a punto de cruzar el umbral, una taza sale volando y se estrella al lado de mi cabeza. Chillo y oigo unas risas. Me enfurezco al pensar que se están riendo de mí y entro encontrándome con una escena muy peculiar.
Unos osos están alrededor de una mesa donde hay platos de sopa. Presidiéndola, hay un oso con sombrero; a su lado. un eso de ojos alocados me grita:
-¡Llegas tarde al té!- Y me tira un tenedor que cae a mis pies mientras ríe.
-Pero eso es sopa- Digo asustada pero con el estómago rugiéndome.
-Hola, ¿qué tal? ¿Quieres sentarte?- Me dicen a dúo un chico de aspecto descuidado y una chica con un gorro de orejas de conejo en la cabeza. Miro con desconfianza a los dos osos.- Éste es el sombrerero.
Me ofrece un poco de sopa y me quemo la lengua.
-¡Ay!- Grito soltando la cuchara. El sombrerero se encoje de hombros y vuelve a coger su plato.
Esta vez, cojo el del oso loco que se había quedado dormido. Doy un sorbo y escupo en una servilleta. ¡Qué fría!
-¡Dame mi sopa!- El oso despierta de repente dándome un buen susto y se lleva el plato salpicando su contenido por todas partes.
-Puedes tomar la nuestra- Dicen amables los gemelos y se colocan uno a cada lado de mi cuerpo.
La sopa está en su punto y como con voracidad.
-Soy la liebre de marzo- me sonríe la chica mientras llevo la cuchara a mis labios.
-No le hagas caso. Soy Hansel y ella, mi hermana Gretel.- La chica hace un puchero y él le saca la lengua.
Los hermanos comienzan a discutir y los platos y cubiertos vuelan por toda la cocina. Salgo corriendo y cierro la puerta. A mi lado, un leñador me sonríe y me da una cesta.
-Llévala a la abuela. Está en su dormitorio.-Señala la escalera y se va antes de poder replicar.
-Panda de pirados...- susurro y comienzo a subir.
Me encuentro en un pasillo enorme con muchas puertas. "¿Y ahora qué?" Abro mucho los ojos al ver a un lindo gatito viniendo hacia mí.
Hola, ¿te has perdido?
-Eres tú la que anda perdida- Dice con una gran sonrisa de mil dientes.
Me enderezo sin sorprenderme de que pueda hablar. Todo en esa casa es de locos.
-Busco a la abuelita, me dijeron que estaba aquí.
-¿Seguro que no buscas la salida?
Miro en su dirección pero ha desaparecido. Al darme la vuelta le veo sonreír.
-¿Cómo...? Da igual. Necesito darle esto a la abuela...
El gato se ríe y señala la última puerta mientras desaparece poco a poco. Lo último que veo es su sonrisa.
Toco la puerta pero nadie contesta y decido entrar. Contemplo la habitación con mudo asombro. Es tan grande como el salón y como únicos muebles hay tres camas de diferentes tamaños. Las tres parecen estar ocupadas- Quito el edredón de la más grande poco a poco y río entre dientes al comprobar que no hay nadie dormido en ella sino que es una almohada- Me siento en el borde y bostezo. "Uff, que cama tan dura". Decido probar con la mediana y hecho hacia atrás las sábanas. Me encuentro con un montón de peluches, pero al apoyarme en ella se hundió mucho. "¡Qué blanda!".
Tengo mucho sueño y me dirijo a la cama más pequeñita. "Esos serán cojines" pienso. Y me quedo dormida.
Siento algo húmedo en mi mejilla y a la vez cálido. Abro los ojos poco a poco y contemplo la poca luz del atardecer que se cuela por la ventana. "Este no es mi cuarto". Pienso y noto como me dan lenguetazos en la mejilla. A mi lado, la llamada abuelita me observa.
-Qué lengua más grande tiene,-Digo soñolienta.
Me observa.
-Qué ojos más grandes tienes.
Salgo de la cama y le tiendo la cesta que me dio el leñador. Me la coge y me fijo en sus manos.
-Guau. Que manos tan grandes parecen garras.
Se empieza a reír y me mira con ojos desorbitados.
-Hola caperucita.
-¡Qué no soy caperucita!
-Ni yo la abuelita.
Entonces, se arranca de un zarpazo las mantas y la ropa. Debajo de la tapadera de abuela, estaba un lobo de boca babeante y dientes afilados. Grito y comienzo a correr por la habitación con él persiguiéndome.
-¡Ricitos rojos! ...Esto... ¡Caperucita de oro! ... No así no era... ¡Alicia! Eso es, Alicia.
Me giro y encuentro al gato en la ventana. Coge algo de ella y me lo tira. Lo cojo al vuelo y salta y abre mucho la boca para comerme. No sé que hacer y le tiro el caramelo a la boca, lo que hace que se lo trague de sopetón. Empieza a volverse pequeño y al final del salto es del tamaño de mi pie.
Oculto mi rostro con la capucha y salgo corriendo atravesando el bosque. Decido volver a casa pensando: "¿Habrá sido un sueño?"
-¡Ay!- Grito soltando la cuchara. El sombrerero se encoje de hombros y vuelve a coger su plato.
Esta vez, cojo el del oso loco que se había quedado dormido. Doy un sorbo y escupo en una servilleta. ¡Qué fría!
-¡Dame mi sopa!- El oso despierta de repente dándome un buen susto y se lleva el plato salpicando su contenido por todas partes.
-Puedes tomar la nuestra- Dicen amables los gemelos y se colocan uno a cada lado de mi cuerpo.
La sopa está en su punto y como con voracidad.
-Soy la liebre de marzo- me sonríe la chica mientras llevo la cuchara a mis labios.
-No le hagas caso. Soy Hansel y ella, mi hermana Gretel.- La chica hace un puchero y él le saca la lengua.
Los hermanos comienzan a discutir y los platos y cubiertos vuelan por toda la cocina. Salgo corriendo y cierro la puerta. A mi lado, un leñador me sonríe y me da una cesta.
-Llévala a la abuela. Está en su dormitorio.-Señala la escalera y se va antes de poder replicar.
-Panda de pirados...- susurro y comienzo a subir.
Me encuentro en un pasillo enorme con muchas puertas. "¿Y ahora qué?" Abro mucho los ojos al ver a un lindo gatito viniendo hacia mí.
Hola, ¿te has perdido?
-Eres tú la que anda perdida- Dice con una gran sonrisa de mil dientes.
Me enderezo sin sorprenderme de que pueda hablar. Todo en esa casa es de locos.
-Busco a la abuelita, me dijeron que estaba aquí.
-¿Seguro que no buscas la salida?
Miro en su dirección pero ha desaparecido. Al darme la vuelta le veo sonreír.
-¿Cómo...? Da igual. Necesito darle esto a la abuela...
El gato se ríe y señala la última puerta mientras desaparece poco a poco. Lo último que veo es su sonrisa.
Toco la puerta pero nadie contesta y decido entrar. Contemplo la habitación con mudo asombro. Es tan grande como el salón y como únicos muebles hay tres camas de diferentes tamaños. Las tres parecen estar ocupadas- Quito el edredón de la más grande poco a poco y río entre dientes al comprobar que no hay nadie dormido en ella sino que es una almohada- Me siento en el borde y bostezo. "Uff, que cama tan dura". Decido probar con la mediana y hecho hacia atrás las sábanas. Me encuentro con un montón de peluches, pero al apoyarme en ella se hundió mucho. "¡Qué blanda!".
Tengo mucho sueño y me dirijo a la cama más pequeñita. "Esos serán cojines" pienso. Y me quedo dormida.
Siento algo húmedo en mi mejilla y a la vez cálido. Abro los ojos poco a poco y contemplo la poca luz del atardecer que se cuela por la ventana. "Este no es mi cuarto". Pienso y noto como me dan lenguetazos en la mejilla. A mi lado, la llamada abuelita me observa.
-Qué lengua más grande tiene,-Digo soñolienta.
Me observa.
-Qué ojos más grandes tienes.
Salgo de la cama y le tiendo la cesta que me dio el leñador. Me la coge y me fijo en sus manos.
-Guau. Que manos tan grandes parecen garras.
Se empieza a reír y me mira con ojos desorbitados.
-Hola caperucita.
-¡Qué no soy caperucita!
-Ni yo la abuelita.
Entonces, se arranca de un zarpazo las mantas y la ropa. Debajo de la tapadera de abuela, estaba un lobo de boca babeante y dientes afilados. Grito y comienzo a correr por la habitación con él persiguiéndome.
-¡Ricitos rojos! ...Esto... ¡Caperucita de oro! ... No así no era... ¡Alicia! Eso es, Alicia.
Me giro y encuentro al gato en la ventana. Coge algo de ella y me lo tira. Lo cojo al vuelo y salta y abre mucho la boca para comerme. No sé que hacer y le tiro el caramelo a la boca, lo que hace que se lo trague de sopetón. Empieza a volverse pequeño y al final del salto es del tamaño de mi pie.
Oculto mi rostro con la capucha y salgo corriendo atravesando el bosque. Decido volver a casa pensando: "¿Habrá sido un sueño?"