lunes, 16 de febrero de 2015

Un lugar perfecto para el amor

El suelo del parque está lleno de hojas caídas que crujen bajo mis pies. Desde que cambiaron este sitio, no ha vuelto a ser el mismo. Hay tan pocos árboles que ya no crean una bóveda sobre nuestras cabezas ni entrelazan sus ramas en invierno. Camino con paso apresurado hacia la parada del bus, hoy voy algo retrasada. Llego justo antes de que cierre las puertas y el conductor me sonríe:
-Pensé que no llegabas, Catalina.
-Me quedé observando los árboles y no fui consciente de que el tiempo pasaba.
Con una carcajada salió el bus de la parada y me agarré con fuerza buscando un asiento libre. Veo a las mismas personas de siempre. Una mujer mayor muy agradable, dos muchachas con mochilas que vienen de clases extraescolares, tres viejitos de su paseo por el centro... pero hoy está lleno de niños de una excursión y me dirijo al asiento al lado de un chico que siempre se baja después de que lo haga yo por lo que no sé donde va.
-¿Puedo sentarme aquí?
Cuando levanta la mirada me veo reflejada en sus ojos marrones y profundos. Aparta con una sonrisa su bolso y asiente. Cojo el móvil y me coloco los auriculares en las orejas.
-¿Hoy tampoco encontraste lo que buscas?
-¿Cómo?
-Un lugar para fotografiar.-El chico mira hacia delante todo el tiempo y puedo ver una sombra de barba y un pendiente en su oreja derecha.
-¿Cómo sabes eso?
Sonríe y esta vez me mira cuando dice:
-Porque yo busco fotografiar a una persona.- Agarra con más fuerza su bolso.- Tengo un trato para ti.
Mi corazón está a punto de salirse por la boca.
-Yo te ofrezco un lugar y un reportaje y tu me dejas que te fotografíe.
No sé qué decir, es todo muy repentino y abro y cierro la boca muchas veces. Se me pone la piel de gallina cuando se inclina y me susurra al oído:
-Es tu parada. Mañana a las doce aquí.
Parpadeo, cojo mis cosas y me bajo apresuradamente del bus. No dejo de pensar en el tacto de su aliento en mi oreja. Hace mucho que busco un lugar en la revista de la universidad y, al fin, me han dado un hueco en la edición del 14 de Febrero, ni mas ni menos. Hace un mes que busco el reportaje perfecto con temática "un lugar para el amor" pero no logro encontrarlo. ¿Cómo pudo saberlo ese chico si solo nos hemos visto en el bus? Pero... ¿ y si acepto?
Al llegar a casa me entro enseguida en la cama y llego a la conclusión de que lo que el me ofrece es mejor que lo que tengo.
Al día siguiente, me levanto con tirones en el estómago y me dirijo al cuarto de baño para lavarme la cara. Unos ojos verdes me miran desde el espejo. "Estoy feliz" pienso y enseguida me sonrojo por ese pensamiento. Decido ponerme una falda con medias gruesas, una camisa con un pañuelo y unas botas. Sencilla pero guapa. Me pongo algo de rimel y cojo la cámara rumbo a la cocina.
Hora y media después de levantarme voy a la parada aliviada de haberme acordado de coger el abrigo y me monto en el bus después de cinco minutos esperándolo. Quiero mirar si está él, pero tengo miedo de haber sido engañada. Por un instante se para el tiempo mientras hecho un vistazo al autobús, pero enseguida le devuelvo la sonrisa al chico del fondo y me siento a su lado roja como un tomate por haber pensado esas cosas.
-¿Estás bien?
-Sí, sí. Es el frío, eso es todo.
Se instala un silencio entre nosotros pero no es incómodo, todo lo contrario. Al rato él empieza a hablar:
-Me llamo Sergio, tengo 20 años y estudio fotografía.
-Oh- no me acordaba que no nos habíamos presentado.- Yo soy Catalina y estudio periodismo.
En los siguientes minutos hablamos de nuestros gustos, del cine, la prensa, lo que hacíamos en nuestro tiempo libre... cuando quise darme cuenta habíamos bajado del autobús y estábamos en las afueras de la ciudad.
-¿Dónde vamos?
No me contesta y seguimos caminando por la tierra seca levantando polvo en nuestros paso. Empezamos a bajar una cuesta y al poco tropiezo. Lanzo un grito y me sujeta en el aire.
-¿Estas bien? ¿Te has hecho daño, Catalina?
Niego con la cabeza y mientras seguimos bajando pienso lo bien que suena mi nombre en sus labios. Miro donde hemos llegado y abro mucho la boca. Es un prado inmenso con un miniembarcadero de madera al fondo lleno de juncos. Corro por esa inmensa extensión de colores y me paro para observar el agua fluir. Es cristalina y hay peces por todos lados de colores tan diferentes y bonitos como las flores que he dejado atrás y en la otra orilla.
-Esto es hermoso.
-Es mi escondite secreto. No suele venir mucha gente.
Saco la cámara y comienzo a fotografiar todo desde distintos ángulos. No sé cuanto tiempo llevo cuando oigo un flash que no es el mio. Sergio me fotografía y parece tan embelesado como yo. Algo en mi interior salta, sonrío y vuelve a hacer una foto.
-¿Quieres que pose o algo?
-No. tan solo sé tú.
Horas más tarde nos tumbamos sobre la hierba, satisfechos.
-Es un gran lugar para el amor.
-Lo sé. Por eso te he traído aquí.
Me sonrojo y le hago la pregunta que lleva tiempo rondándome la cabeza:
-¿Cómo sabías lo que buscaba?
-El primer día que cogí el autobús me senté detrás de ti. Estabas hablando muy emocionada con una chica sobre el reportaje y bueno,- hace una pausa avergonzado de repente- desde entonces cojo el bus y te veo pero no como en aquel entonces. Supuse que no encontrabas lo que querías.
Me giro y le miro a la cara. Veo un tatuaje en su brazo bronceado que está flexionado por detrás de la cabeza. "Es guapo" pienso. Él se gira y nos miramos durante una eternidad.
-Deberíamos irnos.- digo rompiendo la magia.
Nos levantamos y dejamos atrás su lugar mágico que ahora también me pertenece.
Ya en casa me pongo a montar el reportaje emocionada y en medio me llega un mensaje del director de la revista que me apremia a mandar el archivo pues en unos días ya es 14 de Febrero. Me muerdo el labio y miro en mi interior durante lo que parece una eternidad. Luego selecciono el archivo y lo envío.
Días más tarde, hoy es San Valentín. Por ello, la revista hace un suplemento en color donde el tema principal es mi reportaje. A la bandeja de entrada de mi correo llegan decenas de felicitaciones por mi gran trabajo. Lo mismo pasa con mi WhatsApp pero no me llega nada de la persona que más espero.
Es Sábado por la tarde pero decido coger el bus e intentar llegar al prado. Me desilusiono al entrar y no encontrarlo. Por mis cascos suena "Sigo aquí" de Alex Ubago. Mis ánimos se vienen abajo pero nada más bajarme voy corriendo hacia la cuesta bajándola apresuradamente. Mi corazón se para y estoy a punto de llorar cuando lo veo sobre la madera del embarcadero. Los zapatos al lado y los ojos perdidos en el horizonte. Antes de llegar a él me dice:
-¿Por qué lo has hecho?
-¿Cómo sabes que soy yo?
-Ya te dije que no vienen mucho por aquí. No cambies de tema.
Me siento a su lado.
-Tal vez porque soy egoísta y no quería que tanta gente supiera de tu lugar.
-Ahora es nuestro.-Me mira- Aun así me gusta mucho lo que has hecho.
Me señala un ejemplar en su mano que no había reparado en él hasta ahora. Lo abre y me señala una frase. Luego, miramos el mosaico que ocupa dos páginas a todo color. En él, aparece fotos de muchos lugares de la ciudad. La universidad, una cafetería, un parque, una casa... Y todas formando una imagen en grande del prado. Un prado que podría ser cualquiera y podría estar en cualquier lugar.
Al fondo, el sol se va ocultando y el cielo se torna anaranjado y rosado. Nos miramos, algo brilla en mi interior y se agita cuando acerca su rostro al mío y me besa. El contacto es natural, como si encajáramos perfectamente y al separarnos una lágrima cae de mi ojo. Sonríe enjugándola y nos volvemos a besar.
¿Qué ponía en la frase? Algo que solemos olvidar: "El amor puede surgir en cualquier día y lugar. Puede ser en un autobús, en una clase o donde menos te lo esperes". Pero para ello hay que elegir como Catalina y luchar por él como Sergio. Y así, algún día, encontrarás a quien anhelas y podréis estar juntos. Feliz San Valentín.