domingo, 2 de marzo de 2014

Victor y las siete cabritillas

En una casa a las afueras de la ciudad, vivía una pequeña chica preciosa. Ese día era su cumpleaños y decidió invitar a seis amigas de toda la vida las cuales eran como sus hermanas.Eran muy diferentes entre ellas: Había una rubia,otra morena, castaña, pelirroja y de pelo teñido de algún color extravagante. Pero todas tenían una gran amistad y, por ello, se hicieron llamar "las 7 cabritillas".
Fueron llegando una a una dándole dos besos a la chica del cumple.
-Noche de chicas-Gritó exaltada Cai la chica rubia de ojos azules. No había que fiarse de su aspecto de ángel pues era la más marchosa del grupo.
-No grites tanto, Cai- Gimoteaba Charol. Las chicas solían pellizcarle la nariz pecosa y hacerla sonrojarse hasta tomar el color de su pelo pelirrojo
-Nos lo pasaremos genial así que no te preocupes Charol- Dijo Bea abrazándola. Si la pelirroja era insegura y tímida, Bea era todo lo contrario. Ella era impulsiva y segura de sí misma. Parecían dos caras de una misma moneda.
Bea agitó sus coletas rosa fucsia mientras hacía cosquillas a Charol. Traje el pendrive con las películas y la música. Lo tengo en el bolsillo del abrigo. Voy a por el, ¡No empecéis sin mí!- Yane salió disparada por la puerta hacia su coche rojo que estaba aparcado justo enfrente de la casa. Su aspecto diría que es una liante pero detrás de sus piercings en la lengua, el ombligo y en la oreja y su cabello corto y negro a escala se esconde la muchacha más tierna y amable que hay. Ya sabéis lo que dicen, para gustos los colores.
-¿Dónde están Mery y Mia?- Dice Cai mirando en todas las direcciones. Yane entró en ese momento.
-Están haciendo algo en el piso de arriba- Dice Alice desde la cocina donde aparece con vasos y refrescos sobre una bandeja. Alice no tiene nada destacable a su parecer. Es castaña con unos ojos que cambian de tonalidades marrones a verdes, pero ellas siempre dicen lo guapa que es y que no está gorda como cree...
-¡Incesto! Me pido mirar.
-¡¡Cai!!- Exclamaron las cuatro a la vez.
La madre de Alice apareció por la puerta.
-¿Seguro que puedo irme, Alice? Todavía puedo cancelar el vuelo...
-Vete tranquila mamá Estaremos bien.
-Volveré el lunes. No pongáis la música muy alta y dormiros pronto cabritillas.
Cada amiga dio un beso a la mujer la cual se fue más tranquila.
-Ah, Mia y Mery ya se han despedido y me han dicho que ahora bajan.-se fue con una gran sonrisa feliz de que su hija hubiera conseguido tan buenas amigas.
Entraron en el salón y se sentaron en el sofá. Momentos después, se oyó unos toques en la puerta.
-Toc-toc ¿quién es? Ábreme la puerta- Se escuchó una voz cantarina siguiendo una melodía inventada.
-Toc-toc ¿quién es? Ya estamos aquí...- otra voz se oía a lo lejos.
Entraron dos chicas iguales vestidas con unos trajecitos iguales pero con los colores blanco y negro invertidos. Las gemelas sonrieron y comenzaron a bailar y cantar.
Eran el alma del grupo siempre alegres. Les gustaba jugar a las hermanas que se desean y no podían tenerse. Cada poco se teñían el pelo de un color distinto y jugaban a que intentaran saber quien es quien. Además, eran las artistas del grupo. Se les daba bien cantar, bailar, coser...
-...Y un regalo traemos/ para nuestra pequeña/ ¿Qué podrá ser?- Dicen entregándole un paquete.
Rápidamente quitó el papel y encontró un álbum de fotos. Poco a poco todas las chicas le dieron sus regalos. Alice cada vez estaba más emocionada.
Entonces, se oyó unos porrazos en la puerta principal. Todas las chicas se pusieron con la oreja detrás de la puerta y gritaron:
-¿Quién es?
-Soy yo, Marcos. Abrirme que voy a felicitar a Alice.- Dijo un bozarrón desde la calle.
-No podemos abrirlo- Susurró Charol super nerviosa- Seguro que no está solo y luego querrán entrar...
-¡Déjanos en paz!- Dijo Yane impulsivamente y echó la cadena de la puerta por precaución.
Se dejaron de oír ruidos y suspiraron tranquilas. Pero, al poco, se volvió a oír voces.
-Hola chicas- Una voz más dulce sustituyó al bozarrón.- ¿Por qué no salís?- Dijo tras un momento.
-Pero si es...-Yane sonrió- Chicas voy a salir un momento a saludarle- Frunció el ceño y dijo algo tan bajo que solo pudieron oír parte- ¿Qué diablos...aquí? ¿...con ellos?
Quisieron detenerla pero ya había salido por la puerta y cerrado tras de sí. Se oían conversaciones y decidieron ir al salón y dejar intimidad a su amiga.
Pusieron la música y comenzaron a bailar y reírse las seis juntas. Veinte minutos después, su amiga aún no había aparecido. Mery y Mia decidieron investigar ya que podrían no haberla oído por la música. Se asomaron a una ventana y contemplaron la calle donde unos chicos se reían sin camisetas. Ninguno atrajo su atención ya que no merecían la pena babear por unos cachas que les daba igual estar allí sin pudor ninguno. Entonces miraron a uno que conservaba la camiseta y el abrigo. Al menos denotaba tener algo más de inteligencia que los demás. Parecía triste y decaído pero cuando se giró las sonrió y ellas se sonrojaron. Decidieron salir en busca de Yane.
(...)
-¿Dónde están las gemelas? ¿Y Yane?- Preguntó preocupada Bea. Hacía mucho tiempo que dejó de verlas.
Decidieron salir y ver donde estaban sus amigas de una vez por todas. Al abrir la puerta, se encontraron a sus amigas con unos muchachos. Al parecer no las dejaban volver a la fiesta.
-¡Eh! Dejadlas en paz.- Gritó Charol al borde de las lágrimas.
-Al fin salís, cabritillas.- El chico que se había presentado como Marcos les sonrió- Ahora podemos felicitarla.
Cogieron a las chicas las cuales intentaron huir y esconderse por la casa.
A la primera que encontraron fue a Bea que se escondía debajo de la mesa principal. Luego fue Charol que fingía no estar bajo las prendas sucias. Y después cogieron a Cai que se escondía en el armario.
Alice oía a sus amigas gritar por la casa mientras las cogían, escondida en un reloj grande que había en la habitación de sus padres. Al cabo de un tiempo, se dejaron de oír los gritos y la casa se sumió en un silencio abrasador. Solo podía oír el tic- tac de las agujas del reloj y los latidos de su corazón.
Después de una eternidad, o al menos eso le pareció, pudo respirar tranquila. Entonces vio una sombra. Se paró frente a ella y vio a un chico agacharse y tenderle la mano.
-Vamos sal de ahí.
-No me hagas daño por favor...
-Tranquila solo quiero llevarte con ellos.
Alice paró de llorar y le miró. Era el chico de voz dulce y el único que llevaba camiseta.
-¿Seguro? Estabas con ellos.
-Me obligaron. Saben algo que no quiero que se sepa.
La chica cogió su mano y dejó que la sacara de la casa. La llevó unos metros más allá donde se oía mucho alboroto.
-Por cierto- dijo el chico avergonzado porque sus manos aún estuvieran unidas.- Me llamo Víctor.
-Yo soy...
-Lo sé.- Bajó la cabeza- Voy a tu instituto.
Se acercaron a los coches donde podían ver como las chicas estaban en el centro de un círculo de piedras y ellos hablando con ellos. Estaban completamente borrachos.
Había llovido hace poco y en un lugar donde el terreno bajaba se concentraba bastante agua embarradas.
-Tengo una idea. Tendrás que confiar en mí.
(...)
-Chicos, ¿qué hacéis?
-Víctor ¿dónde estabas?- Dijo uno arrastrando las palabras.
-Encontré a la chica.
-¡No jodas! Llévanos con ella.
Mientras los chicos se levantaban, Víctor se acercó a las chicas y les susurró:
-Cuando veáis que salgo corriendo quiero que vayáis lo más rápido posible a casa de Alice.- Les dio las llaves.
Ellas no entendieron nada pero asintieron. Víctor caminó rápido con los chicos pisándole los talones. Entonces, a lo lejos vieron a Alice vestida con su vestido. No advirtieron que Víctor había desaparecido y comenzaron a correr hacia ella.
En ese momento, una cuerda apareció de la nada e hizo que se tropezasen y calleran en el barro empapándose. Alice bajó bordeando el charco y huyó junto a Víctor el cual había elevado la cuerda atada a un árbol al otro extremo.
El chico y las siete chicas corrieron a la casa pero no pudieron entrar cuando les alcanzaron los otros sucios y malhumorados.
-Iros o llamamos a la policía.- Gritó Yane harta de aquel numerito.
-Nos vamos pero Víctor viene con nosotros.
-Él se queda con nosotras- las gemelas estaban rojas de furia porque hubieran arruinado sus trajes y el cumpleaños de su amiga.
-O vienes o pensamos desvelar tu secreto aquí mismo.
Yane miró alternativamente a los gamberros, Víctor y Alice, mordiéndose el labio. ¿Qué era ese secreto para que lo temiesen tanto?
-¡Alice me gustas! Cada vez que te veo por los pasillos siento mi corazón acelerarse y no aguanto más. Necesito decirte que te quiero.
Los chicos se fueron soltando tacos y las chicas entraron en la casa. Alice todavía tenía los latidos acelerados y no dejaba de mirar a Víctor el cual estaba muy colorado y no apartaba la vista del suelo. Se giró y abrió la puerta comenzando a entrar.
-Yo...- dijo él.
-Vamos o cogerás un resfriado.
Se dio la vuelta y sonrió.
(...)
-¿Entonces ya os conocíais?
-Cuando oí su voz me extrañó que estuviera con ellos. Nos conocemos del club de literatura.- Suspiró Yane.
-¿Por eso saliste?- Dijo Cai admirada por la valentía de su amiga.
-Pues claro- Abrazó a su amiga.
-Solo he podido encontrar este pijama- dijo Alice apareciendo por la escalera con un pijama de rayas.
-Muchas gracias de verdad- Víctor estaba muy sonrojado.
-¿Conocéis el cuento de "el lobo y los siete cabritillos?- Preguntó Charol. Ante la negativa de algunos empezó a contar: <<La mamá cabritillo...>>
Al acabar la historia se dieron cuenta de que guardaba mucha relación con la historia que acababan de vivir.
-Entonces nosotras somos las 7 cabritillas- Dijo riéndose Cai.
-Los chicos el lobo- Yane aún estaba asqueada.
-Usaron a Víctor con su voz dulce como en el cuento- Las gemelas se miraban.
-Y que Víctor no se quitara el abrigo como la zarpa llena de harina...- susurró tímida Charol. Aún no se había acostumbrado a la presencia del chico.
-Y Alice se escondió en el reloj y fue a salvarnos. Jajajaja- Bea se sujetaba el estómago de la risa.
Cai abrazó a Víctor por la espalda.
-Entonces tú eres nuestra mamá- Le guiñó un ojo.
El chico se zafó del abrazo, avergonzado fue camino al baño con la toalla en sus caderas.
Mientras las chicas reían, Alice vio el tatuaje de un lobo en sus omóplatos. Al mirar atrás la descubrió mirándole y ella volvió a mirar a sus amigas.
-Tal vez sea un lobo con corazón de cordero después de todo.- Susurró Alice.

Dedicado a mi oni-chan. Siento todo lo que te he hecho... Te echo de menos lobo.