¿Es nuestra mente una pizarra en blanco donde pintamos
nuestras experiencias en forma de recuerdo?…
Me encuentro en una sala de paredes blancas. Lo único que
existe es luz y yo misma, luz. Intento atraparla con los dedos, pero todo es
blancura. No hay focos por ningún lado, no existe la oscuridad. Aparece
entonces una bombilla, la luz es menos intensa aunque puedo crear las sombras
al acercar mis manos a la bombilla. También siento calor, tanto que al tocarla
me quemo y retrocedo unos pasos. Al alejarme siento el frio, no me gusta. Corro
de nuevo hacia la bombilla pero choco contra algo, un cristal. Es transparente,
puedo ver a través de él pero me impide pasar. Empiezo a golpearlo con los
puños y se fragmenta entre mis dedos. El cristal me corta y de mí brota la
sangre, me siento débil. Me acerco de nuevo a la luz y debajo de esta hay una
tela que uso para vendarme la mano. Cierro los ojos un instante, la sala ha
cambiado. Estoy en una sala de universidad entre uno de sus pupitres. En una
pared hay una pizarra en blanco, en la mesa un rotulador permanente. Toco con
la punta la superficie, puedo pintar todo lo que he vivido, incluso escribir lo
que pienso. Estoy tan ensimismada que no noto que hay una puerta, ni una
ventana, ni tampoco siento como hay otro como yo acercándose. Me toca el hombro
y me giro, miedo, eso es lo que siento ahora mismo. Esa otra persona que se
parece tanto a mi ve todo lo que he escrito y se para en el momento donde rompo
el cristal. Saca un objeto de su bolsillo y lo tira a la ventana. “¡NO!”
descubro que puedo hablar, incluso gritar. El sonido de mi voz asusta a la
persona quien retrocede hacia la ventana rota. Intento calmarla extendiendo las
manos y esta se acurruca sobre los cristales del suelo. Cojo el rotulador y
empiezo a escribir lo nuevo que he descubierto. Entonces siento un dolor en el
costado y al girarme veo a esa otra persona con un cristal ensangrentado en la
mano. Caigo al suelo y veo como esta empieza a escribir en mi lugar. La sala va
cambiando a mi alrededor, tal vez sea yo quien está cambiando. Tal vez yo ya no
exista para ese mundo.
… ¿O ya existe algo sobre lo que escribimos nuestra
historia?