domingo, 17 de noviembre de 2013

Ángeles y demonios

Ese día, Alice no podía ver más allá. La niebla le ocultaba la vista y eso le empezaba a incomodar. Nunca le había gustado ese lugar y hoy no era la excepción. Caminó entre las tejas rotas y los escombros aguzando el oído. Sentía una presencia que le atraía pero a la vez hacía que tuviese escalofríos.
-Hola, cuánto tiempo sin vernos Alice.
La chica se gira y se encuentra a un muchacho de pelo largo y ojos fríos como el hielo.
- La última vez que nos vimos no te di una buena impresión ¿cierto?
-Vete al infierno- Exclama y él ríe.
-Ojalá, pero he venido a llevarte conmigo.
Se quita la camiseta  enseña su piel llena de cicatrices producidas por cortes.
-No he tenido una vida feliz, pequeña.- De su espalda surgen unas alas puntiagudas y feroces que llenan toda la habitación.-Ven, hagamos esto por las buenas.
Alice saca un bastón de luz y lo coge amenazante con las dos manos, las cuales, tiemblan intensamente.
-¿Vas a luchar sin alas?
Con un alarido, ella se abalanza sobre él pero la esquiva con mucha facilidad y comienza a lanzar rayos de luz en vano.
-No vas a vencerme demonio. - Grita la chica con la siguiente arremetida.
-Tienes un bonito juguete.-Le arrebata el bastón y lo observa en sus manos. De repente, lo usa contra su dueña haciendo que caiga al suelo unos metros más allá.- Con esto yo también puedo transmitir luz... Tienes suerte de que la aborrezca.
Y lo rompe por la mitad ante los ojos desencajados de Alice.
-Maldito Karurosu... Me las pagarás, demonio.
-Jajajaja... Ahora enséñame tus alas, preciosa
Alice intenta huir pero las alas y el cuerpo del chico se lo impiden. Se quita la camiseta y la dobla sobre un montón de escombros. Sus alas blancas apenas tienen espacio en la habitación pero ella evita el contacto con el chico. Se gira y ve como la contempla desde su pelo rizado, el sujetador negro y los vaqueros ajustados hasta las botas militares.
-Eres adorable Alice... Esa vez no me quisiste enseñar las alas pero hoy te veo estupenda.
Da un paso y ella grita que no se le acerque. Sus alas tiemblan tanto como su cuerpo, pero no hace caso a sus plegarias y empieza a acercarse. Entonces, sale volando por la ventana presa del pánico aunque no llega muy lejos antes de que el chico la coja de la mano y la atraiga envolviéndola en un abrazo. Con la otra mano, coge su cabeza y hace que se besen.
Alice le da una patada en el pecho impulsándose lejos de él y tapándose la boca con las manos. Él no pierde tiempo y la vuelve a coger para besarla. Los sentimientos se entremezclan con la saliva y ella llora en sus brazos.
-Te deseo desde la primera vez que te vi, ángel divino de los cielos.
El chico sonríe pero se le hiela la sonrisa cuando oye la carcajada que suelta la chica.
Una gota le cae en la nariz y, momentos después, la lluvia los empieza a empapar. Alice se suelta y le mira sonriente mientras el agua roza sus alas y de sus plumas empieza a resbalar un líquido espeso y blanco.
-¿Pintura?- Dice Karurosu sosteniendo una pluma entre sus dedos que poco a poco se va volviendo negra.
-Siento si no te gusta mi verdadero aspecto pequeño Karu, de verdad que intenté ocultarlo lo mejor posible.
-Eres un demonio.
-¡Ju! Soy un ángel negro. Pequeños matices...
-¿Por qué?
-Tú... te enamoraste de una visión y no podía soportar que odiases lo que verdaderamente soy.
La atrae hacia su cuerpo y se envuelven en un abrazo.
-Eres perfecta pequeña Alice.
Y dos grandes alas diabólicas ocultaron su beso eterno de amor.

sábado, 2 de noviembre de 2013

El pueblo maldito

En un lugar muerto donde pocos se atreven a adentrarse, hay un pequeño pueblo con muy pocos habitantes. No se atreven a salir por miedo a ser asesinados por una banda que aterroriza al pueblo, Nadie sabe de donde ha salido ni se atreven a preguntar.
Los niños son raptados y violados, las muchachas mueren quemadas y deshonradas, a los chicos les despedazan los miembros, los ancianos son maltratados, los hombres mueren de hambre, los bebés lloran sangre porque las mujeres les dan leche amarga de tanta desesperación.
No hay ser humano que se libre de sus cuchillos y castigos, no hay sacrificio que aplaque su sed de venganza, no hay caballero más hábil ni héroe más fuerte que su odio.
Hoy es otro día cualquiera, un joven caballero llega para detener a la banda. Luce su larga malla y reluce su casco sobre el rostro. Una afilada espada empuña en su mano cuando ellos surgen de las tinieblas. La calle está vacía, los puestos abandonados; en un parpadeo, la cabeza de aquel hombre cae con los ojos en blanco. Su cuerpo es clavado con agujas de punto al caballo, el cual, corre espantado derramando sangre a su paso. Ríen los bandidos en la calle.
-Otro que cae- canturrea uno. -¿Quién será el siguiente?
Una niña aparece en la acera. En su boca, brilla el palito de un chupachups.
-Ven pequeña. ¿Quieres jugar?
Ella sonríe y extiende la mano. Unos muñecos de budú aparecen de tejados y se abalanzan a por los componentes de la banda. Ellos ríen destrozándolos y esparciendo el relleno por el suelo donde se mezcla con la sangre del paladín. La pequeña se sienta a observar acariciando la cabeza cortada del caballero. Unas agujas recomponen a los muñecos, los cuales, se lanzan de nuevo y anclan a los hombres al suelo con más agujas.
Gritan y se retuercen con cara de horror.
-Lalala... ¿por dónde debería comenzar? Asesinásteis a mi familia, yo estaba allí. No os lo perdonaré.
Levanta a uno de ellos y lo observa lentamente de arriba a abajo. Chasquea los dedos y en su mano aparece un látigo. Le rasga la camisa y los muñecos lo atan de espaldas. "Plas" suena el primer latigazo. El hombre grita y suplica perdón. La niña le cuenta mientras le azota por todo el cuerpo:
-Mi abuela era muy mayor cuando la pegaste. Tres golpes bastaron para que muriera, pero tu seguiste por pura diversión. Sin embargo, tu cuerpo es más fuerte y aguantará más ¿cierto? ¿No quieres morirte en este momento?
Gritos hay por respuesta. Cambia y le pega con un látigo con más cuerdas que produce heridas profundas y sangrantes en el cuerpo del hombre. La risa es lo último que oye antes de que un golpe en la cabeza lo mate.
Los otros, al ver el cuerpo de su amigo en el suelo lloran y temen ser los siguientes.
La niña extiende un dedo y señala a uno de ellos. Lo traen a rastras y le dice:
-¿Sabes? Estaba muy contenta de que mi hermanito naciera. Pero tú salpicaste su cara de sangre que se confundió con sus lágrimas. ¡Ahora tú también llorarás sangre!
Cogió un bisturí oculto en su zapato, agarró su cara y clavó unos hierros en sus párpados para que no pudiera cerrar los ojos. Entonces, se los sacó rajándolos y los puso en un frasco transparente.
-¡Piedad por Dios!
-¿Piedad? Um... que nadie diga que no soy bondadosa.-De su bolsillo saca una moneda- Si adivinas en qué mano está la moneda te dejaré vivir.
Se acerca a uno de los bandidos y pone en su mano la moneda mientras le fulmina con la mirada.
-¿Y bien? ¿Dónde está?
-... En tu mano derecha.
-¡Te equivocas! Jajajajaja...- Y atraviesa su estómago con una espada. La sangre corre por el hueco donde deberían estar sus ojos y por la boca salpicando el suelo.
Suspira y coge a uno de ellos. Le saca las agujas y le venda las heridas.
-Ven, siéntate. Te quiero contar algo.- Lo hace sin rechistar con los ojos llenos de miedo.
Sobre una manta hay varios pastelitos de chocolate, de nata, de fresa... la chica coge uno y empieza a comérselo. Le hace un gesto y el hombre al ver que ella comía la imita.
-Mi padre no era de comer mucho pero no se saltaba ninguna de las comidas para tener buena salud. Un día le encerraste en un cuarto oscuro y dejaste que muriera de hambre.
El hombre empieza a sudar y a toser. Ella bebe de un frasquito mientras ve como vomita sangre y muere asfixiado.
-Dicen que tú fuiste el que violó a mi hermana. Desnudarle.- Los muñecos quitan la ropa de otro de ellos y le quedan expuesto.
La chica se quita la ropa y se toca los pechos.
-No son tan grandes como los de mi hermana. Apenas he empezado a desarrollarme.
El hombre la mira embobado.
-¿Te excito? ¿Me harías lo que le hiciste a ella?
Le coge el miembro erecto y lo comienza a tocar. Gime y cierra los ojos... entonces se lo corta con una daga. Grita enloquecido y ella ríe histérica.
- Ahora ya no podrás sentir más placer. Jajajajaja.
Le ataron mientras volvía a ponerse la ropa y le rociaron con gasolina.
-¿Tienes miedo al fuego?
Enciende una cerilla y le prende fuego mientras grita y las llamas queman su cuerpo.
Solo cuando los gritos cesan se da la vuelta y bosteza.
-¿Qué harás con ellos?.- Susurra un muñeco.
-Dejadles ir.
-Pero...
-¡He dicho que les dejéis ir!
La miran asombrados pero hacen lo que les dice y los bandidos corren agradecidos. La chica coge un arco, apunta y atraviesa el corazón de uno. La siguiente flecha da a otro en la cabeza. Los demás no duran mucho más.
La gente sale a la calle y la rodea. Tienen miedo, la llaman demonio. Ella no titubea, coge una pistola; se la lleva a la boca apuntando al cielo y se vuela el cerebro.
Hay vítores ante la suerte y supervivencia del pueblo. A la distancia alguien observa todo.
-¿No crees que matar a la niña después de poseerla ha sido demasiado?- Dice su sombra.
-Esa chica estaba destinada a morir. Yo la salvé para su venganza, te aseguro que encontró la paz.- Empieza a desaparecer.- Además, a mi amiga Muerte no le habría gustado que la dejase vivir ya que ella estaba en su lista.
Y solo había viento, vítores, sangre y cuerpos en descomposición...