miércoles, 3 de mayo de 2017

Hoy, caminemos en silencio

Paula bajó del bus como cada día. Su amigo Luis esperaba sonriente en la parada. Paula miró triste y bajó un poco el volumen de la música sin quitarse los cascos. Sentía que el mundo se realentizaba e iba en conjunto con su estado de ánimo. Luis empezó a hablar animadamente sin preguntar por ella. Paula se giró y dijo:

-Hoy, caminemos en silencio.

Luis guardó sus palabras y ella subió la música. El sonido de los acordes de una guitarra eléctrica taladró sus timpanos y una mujer de fondo cantaba algo que no supo traducir, pero eso no importaba.
Agarró con fuerza su mochila y continuó andando. Paró en un paso de peatones para mirar hacia los lados por si pasaba algún coche. Todo estaba desierto. Frunció el ceño mientras se quitaba un auricular y luego el otro, buscando a Luis con la mirada. No había ni un alma en las calles, su amigo no estaba a su lado y reinaba un silencio sepulcral. Paula sentía una presión en el pecho, pero no quería ponerse nerviosa. Caminó un rato sin rumbo fijo esperando ver a alguien que la ayudara, pero no oyó ni el canto de los pájaros.

 De repente, vibró algo en su bolsillo y Paula sacó el móvil precipitadamente. En la pantalla brillaba "Mamá". Le dio a contestar, puso el teléfono en su oreja y dijo con voz temblorosa:

     -Mamá, ¿puedes oírme?

 Se escuchaba ruido, pero no reconocía la voz de su madre. Empezó a hablar más y más alto al micro, pero no hubo respuesta. Luego se cortó la llamada. Paula intentó mandarle un mensaje, pero no tenía cobertura. Guardó el móvil llorando.
 Paula oyó un susurro en su oreja, pero al girarse no había nadie. Sintió un tirón en su manga, pero a su lado no había nadie. Llamaba a voces a Luis, a su madre o a quien pudiera escucharla.

    -No hay nadie.- Una voz clara reclamó su atención.
    -¿Quién eres?
    -Nadie. ¿Y tú?
    -Soy Paula.- La chica sintió una bofetada tan fuerte que la tiró al suelo.
    -No eres nadie.

Una sombra apareció delante de ella. Era completamente negra y donde deberían estar los ojos había dos huecos. La sombra volvió a golpearla, la agarró de la muñeca mientras Paula sollozaba.

    -No eres nadie,

Las sombras se convirtieron poco a poco en cuerpos y los cuerpos en rostros conocidos. Un compañero de universidad intentaba arrastrarla del pie, su madre apretaba fuertemente su cuello... se vió rodeada por esa montaña humana que gritaba y la envolvían con brazos y piernas.

    -Dilo.- Gritaban.- ¡Dilo!
    -No soy nad...

Cerró los ojos y sintió un zarandeo.

    -No.
   -¿No?- Paula se quedó mirando a Luis que caminaba a su lado.-No, ¿qué?
   -No quiero caminar en silencio. Así que cuéntame qué te pasa.

El cielo resplandecía esa mañana, los pájaros cantaban y Paula sonrió. Abrió la boca para hablar al fin de todo. De la presión en el pecho, la oscuridad, los rostros. Él lo comprendería.

    -¿Creías que te escucharía? ¿Por qué? No eres nadie.- La cara de su amigo se tornó en sombra, el suelo se abrió y Paula volvió a caer al vacío.


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